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p. ANSELMO t>li í:.BGARt>A po de la ocupac1on francesa como en años anteriores. (;reo que fueron raros los brotes de polémica sobre la validez de "la bula de lqs franceses". E,l regente de Fresneda trataba de "teólogos de som– brero redondo" a loa que no la aprobaban. En cambio, según la Junta Superior de Aragón· (JSA), el 31 de marzo de 1811 ninguno de los vecinos del pueblo/turolense de San Agustín había querido tomar la bula publicada p~r el gobierno intruso de Teruel, .. a pe– sar de las exhortaciones del cura, y pedían "la de nuestro gobierno". En el último mes de 1811 y primero del siguiente corrieron dis– posiciones del gobierno francés en Aragón sobre la· administración de bulas y recaudación de su importe (DAM). Tanto la distribu– ción como la recamlación quedaban confiadas a los curas párro– cos, quienes darían sus cuentas al Administrador General de Ren– tas, según la práctica observada antiguamente por las Justicias, sin que los perceptores de contribuciones tuvieran intervención algu– na en este ramo. El P. Santander distribuyó el oficio por los dis– tintos distritos. Según cuenta un testigo presencial, Faustino Casamayor, en su manuscrito '°Años políticos e históricos", el 1 de noviembre de 1812 llega a Zaragoza, al Coso, un convoy de dos mil personas evadidas de Valencia y procedentes de Madrid. Entre ellas, cinco generales, cuatro obispos electos" y el tan nombrado don Juan Antonio Llo– rente, ca,nónigo de Toledo y actual Comisario General de Cruza– da. El 14 del mismo mes (DDC) firma Llorente en, Zaragoza un impreso por el que autoriza a los subdelegados para emplear im– presos de sumarios de años anteriores para el de 1813, pues no es fácil conducir los impresos de Madrid a todas las diócesis "por los obstáculos que ofrece la guerra con los ingleses". p. ANSELMO DE LEGARDA

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