BCCCAP00000000000000000001005
AZARES DE LAS MONJAS DE ARAGON 215 sistencia, y así le suplican se digne consignarles lo que halle por conveniente o justo. Luis Menche, Intendente general y del ejérci– to en este Reino, el 11 de julio de 1810 (DDC), pide informe al Obispo. El P. Santander el 13 del mismo julio (DDC) responde, entre otras cosas: "No puedo menos de reconocer por muy justa y urgente la solicitud, porque carecen absolutamente de todo me– dio y recurso para un auxilio tan indispensable, haciéndose acree– doras a tan debida compensación por su distinguido esmero en la enseñanza pública de niñas, a que se hallan dedicadas por su esta– blecimiento, y autorizadas por el Gobierno, siendo dilatado el nú– mero de las que concurren, como personalmente lo he observado con particular satisfacción". Puntualiza el Obispo la necesidad de ciertas obras. Luis Menche el 4 de agosto de 1810 (DDC) informa a Suchet, Gobernador general de Aragón. Le remite "la representación ad– junta de las religiosas de Santa Rosa dedicadas a la enseñanza pú– blica de las niñas de esta ciudad gratuitamente por decreto de V.E. del 16 de febrero del presente año". Apela a su extremada desdicha y miseria por efectos de la guerra, y al elogio que les de– dica el Obispo Gobernador del Clero. Acaba Menche proponiendo que se les aconsignen cuatro mil reales vellón anuales de los pro– ductos de los conventos suprimidos de esta capital. El 6 de no– viembre inmediato (DDC) los concede Suchet desde Lérida. La misma priora de Santa Rosa, sor Manuela Jaime, el 27 de marzo de 1811 (DDC) solicita ornamentos y jocalías alegando el "número de sacerdotes que concurren a su iglesia a celebrar el santo sacrificio de la Misa". Para las dominicas de Santa Rosa su casa seguía siendo la an– tigua. Por eso su priora, sor Joaquina Cunchillos, el 26 de enero de 1815 (DPI), en un memorial sobre el saqueo de Santa Rosa por las tropas francesas, exponía que el 4 de agosto de 1808 se vieron sorprendidas en el convento y llevadas al cuartel general; y lue– go, aunque libres de aquellos caribes, se hallaron sin hogar, pues había ardido el convento. A pesar de todo, habían vuelto a dedi– carse a la educación de la juventud : pedían una limosna para cubrir las necesidades abrumadoras y acabar de restaurar su con– vento. Los datos relativos a las monjas dominica, de la capital y del
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz