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200 ANSELMO DE LEGARDA Rosa, de la tercera orden de Santo Domingo, residentes en Huesca desde 1725, son veinticinco, hacen vida común y se dedican a la enseñanza de muchachas de la ciudad. Las carmelitas calzadas de San Miguel son dieciséis, más una de Zaragoza; no hacen vida común (36). Las carmelitas calzadas de la Asunción son trece y ha– cen vida común. Aunque no figuran en la relación del Gobernador eclesiástico, es sabido que en esa fecha .están en el hospital de Huesca las Her– manas de la Caridad de Santa Ana, las de la Madre María Rafols. Se conservan (DPI) unos cuantos documentos en apoyo de la peti– ción de su superiora, Teresa Calvet, para socorrer la miseria de aquel hospital. También el P. Santander la ha recomendado ante Suchet, quien autoriza al Obispo para fijar lo que le parezca ne– cesario. Los documentos y recomendaciones van del 19 de diciem– bre de 1809 al 5 de febrero de 1810 (37). Barbastro.- En Barbastro otras Hermanas de la Caridad de– sampararon su casa por el miedo, según anotó el P. Santander (38). Pero allí continuaron las de Santa Clara y hasta acogieron a tres del monasterio de Monzón con arreglo al real decreto del 8 de no– viembre de 1809, que luego expondremos. La acogida dio pie a una serie de oficios en los que vuelve a aparecer el papel primor– dial representado estos años en Aragón por el P. Santander, Obis– po auxiliar de Zaragoza. Consérvanse (DDC) dos oficios de Luis Menche, fechados el 14 de mayo y 10 de junio, sobre ese paso de las tres religiosas de Santa Clara de Monzón a Barbastro. Suchet da la orden, oído el dictamen favorable del Auxiliar. El 7 de ju– nio de 1810 (DDC) la abadesa y tres antiguas de Barbastro infor– man del traslado efectuado y suplican al Intendente se les pague cada año por anticipado por el dueño de la casa y patrimonio. El (36) Igualmente debieron de mejorar pronto, pues en el citado o.ficio de Ciria y Beteta, el 8 de octubre de 1<811 (DDC), se pondera que ha sido extraor– dinario el fruto y satisfacción, júbilo y aprovechamiento de estas religiosas del convento de San Miguel de Huesca. (37) R. SEGURA, Carta, p. 100, elogia a las religiosas de este hospital de Hue,sca y explica la visita que hicieron con ocasión de la entrada del P. San• tander en aquella ciudad, como obispo, y el socorro otorgado por Suchet. (38) Apuntaciones, pág. 101.

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