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F. de Mendoza.-EL ORNATO ARQUITECTÓNICO DE. EsTÍBALIZ 31 baliz ni la disposición de la fachada. La planta en general adoptada para las nuevas iglesias que brotaron en la región durante la Edad Media como las flores en el campo, es más sencilla aún que en Estí– baliz. Tampoco hemos notado que se cbpiaran sus dimensiones. No puedo decir con seguridad cual fuese la fuerza impulsora de Estíbaliz en lo que se refiere a la escultura decorativa, no sólo porque es difícil determinarla, sino también porque mis notas son en esto deficientes. Anteriores al ciclo gótico no conozco que se den por rincones alaveses esas frágiles figuras con su gracia ondulante, su humor, su inquieta personalidad, al servicio de un decorado rico de fantasía. Más puntos de semejanza tienen con los relieves de Armentia las soberbias esculturas de la ventana de Lasarte, tan sobrias y más vigorosas, más sustantiva~ que las de Estíbaliz. No hallo relación entre éstas y las de los capiteles de Tuesta, dignas de atención. Además de la imagen de la Virgen, de la cual hay recuerdos e imitaciones, no sólo en Alava, sino también en las regiones pró– ximas, lo que de Estíbaliz hallo que gozara de más popularidad es la labor no escultórica. A un paso de Estíbaliz está Argandoña, que quiso adornar la puerta de su iglesia con fustes de columnas que difieren muy poco de las que hemos examinado en el santuario que corona el otero. Los capiteles en cambio toman otros rumbos. También se ve la labor de cestería de manera parecida a Estíbaliz en los fustes de la puerta de Urrúnaga. Lo mismo sucede en Lasarte. Se emplea igualmente, aunque de distinto modo, en Oyardo y en ventanas de Belunza. En Arzubiaga decora otros miembros arquitectóncios: el recuerdo de Estíbaliz parece claro en este detalle y en el dibujo de las piñas. En cuanto a Lopidana no tengo que advertir cosa al– guna: la reproducción que presento (fig. 21) habla por sí sola. Como puede verse en lo dicho, son numerosas en Alava las construcciones que presentan fustes vestidos. Añádase la puerta del Cristo en La– bastida, la de San Juan en Laguardia y la de .San Vicentejo. En Navarra creo que no pueden señalarse de esta época más de dos casos de tales fustes. · · '· . Acaso los mismos que labraron los adornos de Estíbaliz ó sus discípulos fueron los que acá o allá en Alava se encargaron de la ornamentación de otros edificios. No es poco que algunas cons– trucciones perduren a través de tantas vicisitudes en que otras hubieron de sucumbir.

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