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28 F. de Mendoza.-EL ORNATO ARQUITECTÓNICO DE EsTÍBALIZ No diremos que deban su inspiración a Bizancio los adornos de tema radiado, los de gusto geométrico y la repetición de motivos que podamos descubrir en Estíbaliz. Sería un disparate, como el afir– mar que en los humildes artistas que aquí pusieron sus manos no había recuerdo tan vivo como el de las obras de procedencia hispano– mahometana, más a su alcance acaso que los marfiles y los códices bizantinos. Por esta facilidad de información precisamente, al in– flujo oriental y a los ejemplos galos hay que agregar la influencia ejercida por un arte, aunque hoy poco conocido todavía, bastante extendido entonces por las regiones limítrofes de la Rioja y Burgos. Después de los estudios de M. Gómez-Moreno y Kingsl~y Porter no puede dudarse que marcó. huella profunda en otros centros no muy alejados el gusto mozárabe. Estíbaliz no adoptó su técnica ni su labra, mas sí se vistió de algunos' de sus arreos. A mi pobre juicio es indudable que el autor de la puerta de Estí– baliz conocía de vista o por dibujos la cruz de San Isidoro de León, que hoy guarda el Museo Arqueológico de Madrid y debió de parecer en su tiempo una de las obras más llamativas salidas de los talleres semimusulmanes que en la Península trabajaban. Pudo verla en la peregrinación a Santiago, tan frecuente entonces. No debe olvi– darse que nuestros andariegos artífices de aquellos tiempos debían de conocer de vista muchas cosas lejanas, cuanto más las que esta– ban más a su alcance: San Millán de la Cogulla y sus marfiles, verbi– gracia, y acaso mejor Santo Domingo de Silos, los que labraron las iglesias de Alava. En aquella decoración menuda que luce la cruz en su reverso, en aquellas figuras humanas tan movidas, que jugue– tean entre la flora serpeante, es fácil ver el origen de la ornamenta– ción empleada en la puerta de Estíbaliz. De la ornamentación deci– mos, no de la idea, cuyo vestido viene a ser la ornamentación. Por analogía de impresión, nacida anteriormente, espontáneamente, o sugerida (todo es posible) por la vista de una obra que hace saltar la chispa y prende el sacro fuego en el dormido espíritu, pudo el artista de Estíbaliz valerse de parecidos medios para expresar su moción: la suya insistimos, la que en su interior vivía. Si brotó la idea al contacto de la otra, valga lo material de la frase, tenemos una filiación espiritual. Falta en este caso probar la suposición. Al .adoptar parecidos medios de expresión ornamental, puso ante los ojos de los que habían de contemplar su obra la complacencia de los recuerdos, la vibración de su alma ante lo que había visto y el deseo de traducirlo y comunicarlo a los demás en la medida que

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