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SIMBIOSIS SERAFICA DONOSTIA-RIEZU ¿Rastros de programación genética? Acabo de indicar que no me habló mucho de su madre Brígida, pero sí lo suficiente para recordar que su vocación a la vida Capuchina parece que respondió a algo programado en su vida maternal, sincronizado en el tiempo desde el seno materno. Con motivo de la ex– claustración que sufrieron los religiosos en el pasado siglo en todo el territorio nacional, un Capuchino natural de Murieta, el Padre Bernabé Arbeo, pasó al servicio de la Diócesis de Pamplona y al cuidado espiritual de los sencillos habitantes del ugar de Riezu; allí fue a vivir con una sobrina que cuidaba de la vida doméstica de entrambos, de la iglesia y de la sacris– tía; me contaba el Padre Jorge cómo la sobrina del bueno de Con Bernabé se enamoró del molinero Ventura, trabajador y honrado, pero ciego. No era del agrado del tío tal relación afec– tiva; procuraban ambos visitarse aprovechando las ausencias obligadas del tío y se verificó por fin la boda con toda normalidad, doblegadas las reticencias del Capuchino exclaustrado, ante la insistencia y sacrificada postura del amor; porque tenía que ser muy sano y seguro un enamoramiento de esta clase, donde el novio aparece tarado con una enfermedad de na– cimiento: "prácticamente ciego". Y de los diez hijos que tuvieron, el último, el más mimado del padre, el que no conoció su ceguera, recibió algo..., ¡¡mucho... !I, de ese espíritu capuchino de su madre Brígida, sobri– na de Don Bernabé, el Capuchino exclaustrado, natural de Murieta, localidad próxima a la ciudad de Estella. - "¿Casualidad?". - "¿Coincidencia?". Ninguna de las dos cosas; dirección programada en el ambiente familiar (otras herma– nas y sobrinas han servido y sirven al Señor en el Instituto Religi::iso de las Siervas de María, al cuidado sacrificado, nocturno, de los enfermos); es lo que denominaría yo con Don Pedro Laín Entralgo: "sincronización" de la dinámica de nuestra existencia. "Nuestros padres nos dan la mitad de la vida hecha; la otra mitad nos la tenemos que hacer nosotros". De cómo conocí al Padre Jorge de Riezu Yo, inexperto en lides matemáticas, al terminar mi preparación para el sacerdocio en 1951, tui orientado por mis superiores para estudios universitarios de la rama de ciencias; los estu– dios de los seminarios de religiosos, y también los de los diocesanos, eran fundamentalmen– te humanísticos y mi deficiencia matenática era más que notable; llegado a Lecároz, me encontré con el Padre Jorge recién venido de Argentina en plan de descanso y visita a su molino y a cuanto guardaba él en los entresijos de sus sombras dorsianas. Él disponía de tiempo, yo necesitaba de alguien que me orientase, y allí comencé mi andadura en torno a este hombre de gran talla humana y espiritual, de ideas muy claras y precisas y de amabili– dad y sensibilidad sumas en todo cuanto trataba al hablarme de sus antiguos profesores o compañeros de Universidad, como Rey Pastor, Puig Adam, los lñiguez, padre e hijos, etc... Gracias a su ayuda pude optar pronto por pasar a las pruebas exigidas entonces a los cléri– gos que aspiraban a ingresar en alguna facultad universitaria, y pasar posteriormente a la Universidad. Así conocí al padre Jorge, aprovechándome de su amabilidad, primero en su corto des– canso en su Valle de Yerri y de Baztán, y después, en su estancia definitiva en los ambientes lecarocistas, porque en septiembre de 1952 se incorporaba de nLevo el Padre Jorge al claus- 303
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