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P. VIDAL PEREZ DE VILLARREAL to Colegio de Lecároz para su colocación metódicamente dirigida y se seleccionaron con meticulosidad las diferentes partes de su obra musical. En el apéndice enumero los doce volúmenes, densos y magníficamente presentados, donde se contiene casi todo cuanto el Padre José Antonio fue sembrando por la vida: música navideña, temas religiosos y folklóri– cos, piano, órgano y algo de sus obras preparadas para pequeña orquesta. Si nos fijamos en las casas impresoras de la obra, se observará que el primero de los volúmenes, el de Navidad, se imprimió en Barcelona; no por dificultades técnicas, sino por simple comodidad, pasó a una impresora guipuzcoana, por tenerla más a mano, y, cuando ésta se cerró, a una bilbaína, donde se completaron los doce volúmenes de la obra musical del Padre Donostia. Económicamente, el futuro de la posible publicación de esas obras se presentaba inmer– sa en la más negra oscuridad; pero el entusiasmo del Padre Riezu pudo con todo: entre Cajas de Ahorros de las diferentes regiones vasconavarras, alguna entidad bancaria, Diputaciones y numerosos amigos que se comprometieron a dar el primer paso, se pudo dar inicio a la edición de tan ingente obra. En el tema económico, el Padre Jorge pertenecía a la vieja casta de sus compaisanos de Riezu, que jamás querían entramparse con préstamos bancarios; nunca quiso entregar a imprenta alguna uno de sus volúmenes musicales, sin contar con un capital lo más próximo posible al necesitado para la impresión del mismo. Como llovidas del cielo le vinieron dos inyecciones de optimismo y alegría: el gran promotor navarro, comercial, cul– tural e industrial, Don Félix Huarte, se encargó de sufragar todos los gastos derivados de la preparación del volumen dedicado a María Santísima (Vol IV - N.º 31 del catálogo), y otra familia, muy entregada a esta utópica empresa, cargó con los gastos de impresión de otro de los volúmenes; no quiere esta familia que se hable del tema; me lo perdona; tampoco quiere que se indique cuál de los doce volúmenes fue el regalado por ellos a la obra muscial Joseantoniana; no es difícil saberlo, porque los años de aparición de las obras musicales del Padre Donostia no se sucedían a ritmo muy homogéneo y, de vez en cuando, se puede ob– servar que en poco tiempo aparecen dos volúmenes diferentes; sin estas inyecciones de fe en lo puramente estético, las dificultades se hubieran multiplicado por un factor muy alto, de los que acostumbraba el Padre Riezu a manejar en sus cumbres matemáticas. "Archivo Padre Donostia. Lecároz. Navarra" Muchos me han preguntado por esta denominación tan local y reducida geográficamen– te a un pequeño rincón de Navarra. El Padre Jorge no pudo encontrar una casa editora que se comprometiera a hacerse cargo de la edición en las mínimas condiciones que un autor puede exigir de los editores y distribuidores; la solución estuvo en "crear" él una nueva edito– ra; se conocería con el nombre de Archivo Padre Donostia. Lecároz. Navarra. Tuvo que acu– dir a la oficina del registro de la propiedad y allí no pudo menos de terminar amigo del registrador, porque 9 todas las preguntas del impreso tenía que responder de la misma forma: - "¿Quién es el director o gerente?". - "Servidor". - "¿El secretario o administrativo de la empresa?". - "Servidor". - "¿Con cuántos operarios cuenta?". - "Con ninguno, yo soy el gerente, el administrativo y el operario". ¡Empresa extraña, a decir verdad!, pero no hubo dificultad alguna y el nombre de la mis– ma sigue vigente en el registro de la propiedad. 316
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