BCCCAP00000000000000000001001

P. VIDAL PEREZ DE VILLARREAL de profesiones afines para defender sus derechos ante intromisiones extrañas, y así nació la Federación Universitaria Española, la FUE; ahora, (me hablaba en torno a los años 1955), tenéis el Sindicato Español Universitario, o SEU, obligatorio; entonces la sindicación era libre. Los iniciadores del movimiento sindicalista estudiantil, entre los que estábamos mi padre, mi hermano Francisco, el de Arquitectura, y yo (se trataba de don José María lñiguez y Almech, Catedrático en aquellos años de Física Cuántica en la Universidad de Zaragoza), invitamos al Padre Jorge a la primera sesión de investidura de nuestros directivos y unánimemente lo proclamamos como nuestro capellán y asesor eclesiástico". En uno de mis paseos vespertinos otoñales conté algo de esto al Padre Jorge y me inte- rrumpió, casi con brusquedad, forma insólita en él: - "¿Quién te ha contado eso?". Y quedó totalmente calmado al saber el origen de la información: - "Me proporcionó este nombramiento puramente democrático y de fines, por mi parte, exclusivamente apostólicos, algunas dificultades con las autoridades eclesiásticas, que apo– yaban de forma exclusiva a un sindicato estudiantil católico que se acababa de formar des– pués del nuestro, a la sombra voluntariosa del Padre Angel Ayala. "iY nosotros nacimos tan católicos como los que más"! - "Unirnos y no separarnos por nuestra ideología política o religiosa, en defensa de nuestros derechos", era el lema de los lñiguez, padre e hijos, con otros ilustres profesores después, estudiantes entonces conmigo. "Y la FUE comenzó pronto a tomar un cariz al mar– gen y en contra de la Iglesia, como si los de la acera de enfrente siguiesen otros fines que los nuestros", se explayó ampliamente conmigo el Padre Jorge; nunca me había hablado del tema. - "Es todo verdad, aunque triste; dicen que es la FUE quien trajo la República de 1931". - "¿Por qué fuiste el único?", le pregunté yo. - "Porque no había más religiosos sacerdotes en la Facultad de Exactas, y yo compagi- naba con todos, incluidos profesores, con sencillez y gran aprovechamiento humano, espiri– tual y científico, y después no hubo más capellanes en el sindicato. Una página adelantada en medio siglo Al dar comienzo el curso universitario del año 1921, lo movilizaron como capellán militar en activo; vivió esta experiencia, grata para él como todas las demás facetas de su vida, en el Regimiento de Asturias sito en el barrio de Leganés; era la época de una de las guerras de Marruecos pero no le movieron del cuartel para que pudiese seguir, en parte al menos, sus estudios universitarios. En plena juventud, con aquella prestancia y sencillez algo socarrona que siempre orna– mentó su vida, se prestó a todo: enseñó a leer, escribir y contar amultitud de soldaditos que llegaban al acuartelamiento totalmente limpios de lo más elemental del saber; escribió y leyó a multitud de jóvenes sus cartas a sus familias y sus novias y entabló intensa relación de convivencia con la oficialidad; llegó a preparar a más de una veintena de jóvenes soldados para la Primera Comunión. En buen día le llamó de forma oficial a su despacho el General, jefe supremo del acuarte– lamiento: 306

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz