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UN ESCRITO ANÓNIMO DE CALDERÓN DE LA BARCA conuidar con la paz a quantos quisieren admitirla: tesUgos s€an quan~ tos lugares con sus vecinos, mugeres, hac;;iendas y familias y su pri– mua tranquilidad y quietud se conserban; que ayan otros padecido las: hostilidades de la guerra, no repugna a la piedad de su Magd., pues a eso se condenaron ellos mismos el día que sin estimación de sus benignidades se pusieron en dEfensa; aun destos quántos prisioneros, gozan oy de su liuertad no hallándose quien diga que pasado el tran– ~e de las armas aya muerto un rendido, hallándose muchos que con– fiesan que a mercEd de los vencedores escaparon con las vidas. Redarguirasme agora con aquel successo de Cambrilles donde avien– do entregado las cavezas pat•a que padeQiesen el merecido castigo, mu• rieron otros a quien puso en prisión la confianza? pero responderete yo con traerte a la memoria las circunstancias del sucesso (2); ponerse Cambrilles en defensa asta que viendose imposibilitados de reparo obe• dece de necessitada, no de fina, rindiese en efeto y entrega (como e dho.) las cavezas, saliendo los demás a mrd. de las vidas, manda el Marq.s. de los Vélez a la Cavan• de su guarda que hagan una plaza don– de los reciva; carga la Infant• a verlos, entanto numero que embara– zados los unos de los otros estrecharon el cerco que los cavallos auian echo, obligando a los ginetes a cuio cargo estavan ·a sacar las espadas para hacerse lugar, y ensanchar el cuco que los cavallos tenían (no ay accion que no sobresalte al delinquente), pr-esumieron los rendidos viendo sacar las espadas· ser par~ ellos (que aun las demostraciones fa• vorablEs juzga en ofensa suia el temeroso) con cuio natural afecto ha• ciéndose todos a una parte / fol. 125 v. (p. 6) / rompieron la guarda que tenian, los Infantes entonc€s como estaban desimaginados de la cau– sa y vieron que se ponian en huida no previniendo lo que les obliga– va creieron que era voluntaria fuga que con €1 beneficio de la noche intentaban al am_r;aro de un bosque que estaba no lejos de la villa, Y assi fueron a detenerlos, cuia dEsordenada confusión dejó algunos muer– tos, asta que los cabos acudi-Eron a salvar los vivos de suerte que avien– do sido aquel suceso un mal entendido desman de la fortuna, no pue-. (2)- El infausto suceso de Cambrils fué un magnifico palenque de propagan– da contra las buenas intenciones de nuestro ejército. Calderón participó en la. conquista de dicha plaza. Su relato conviene con los de M. H. E., XXII, p. 151 y 164 en lo del intento de fuga y con los de las pp. 148 y 155 en lo de justificar la acción de nuestros soldados. Véase, en el mismo volumen, pp. 141-172 el su– ceso de Cambrils. Difícil justificación parece tener el hecho, aun cuando Galde– rón pudo ser simple espectador, porque él pertenecia al arma de Caballería y no a los infantes que acometieron, enfurecidos sin duda por la encarnizada resisten– cia que les oponían los catalanes y por la emboscada que les tendieron en la.a proximidades de Cambrils (M. H. E., XXII, p. 150-151).

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