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282 EULOGIO ZUDA1RE, O, F. M. CAP. CONTENIDO DE LA OBRA. Es propósito del soldado tarraconense deshacer los pretextos con que el Principado trataba de justificar su conducta y discul– par su atrevimiento. Con certera punter~a culpa a Barcelona de toda la conll1;oción · levantada en los pueblos catalanes; y por eso a ella le exhorta, al final del escrito, no sólo en nombre de la falsedad de los apoyos en que pretenden fundar su revuelta, sino en el de la nunca des– mentida clemencia del' Monarca Felipe IV y en el de los mismos pueblos de Cataluña, éxpuestos a tantas ,calamidades si los ejér– citos entrasen por ellos a sangre y fuego, a que deponga su acti– tud rebelde y se entregue a merced, con la seguridad plena de re– cobrar sus fueros y privilegios. Y, al hablar así, interpretaba fielmente el sentir del •Rey, el actual del Conde Duque y el de la mayor parte de los jefes del ejército castellano y de los pueblos de la Cataluña Nueva. Prueba de ello, las muchas negociaciones que la Corte de Madrid deseó entablar, según indicamos arriba, bien persuadidos de que era preferible acceder, al menos por el mo– mento, a todas sus demandas (salvo la amnistía para los crimina– les comunes), que convertir la propia tierra en campo de batalla internacional. Con el fin de ,quebrantar toda suspicacia, advierte Calderón al Principado que "no es Ministro político, fundado en propios ihtereses, sino un particular soldado, que mouido del natural afec– to españ.ól" apela a su cordura y buen sentido. Ni funda su ale– gato en autoridad alguna, sino en la verdad desnuda "que sola puede debelar un Reyno armado". Pasa luego a satisfacer, según indicamos, a· 1as quejas princi– pales con que los jefes de la sedición atronaron los espacios, tra– tando quizá de ensordecer los ajenos oídos al estallido de su re– vuelta. No es que faltase razón a su querella. Pero, según argüi– rá nuestro poeta, ninguno de todos los motivos invocados, con que "siniestramente" llenaban sus libros, tenía consistencia bastante.