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278 EUL-OGIO ZUDA:IRE, O. F. M. CAP. Nuestro ejército, contra el parecer de Torecuso y de Simón de Mascareñas, abandonó el cerco de Barcelona, desistiendo de dar un segundo asalto a la montaña y a la ciudad y se retiró a Ta– rragona y sus aledaños. Pero Francia envió al Conde de la Motte de Houdencourt, que conquistó el campo de Tarragona y asedió la capital. También entonces tuvo don Pedro Calderón de la Bar– ca oportunidad de señalarse, contribuyendo a la liberación de 600 caballos que, habiendo salido a forrajear (en Tarragona faltaron víveres aún para las personas), cayeron en manos de los france– ses. Por el propio don Alvaro de Quiñones (loe cit.) nos consta que "el día que el marqués de Villafranca metió él socorro en esta pla~a -4 de julio de 1641- asistió a la marina sin faltar un pun– to, con mucdo rriesgo y ayudando a facilitar el saccar el basti– mento a tierra". Aunque la operación de desembarque no fué muy feliz, pues, por falta de esquifes y de barcazas y por exceso de precipitación, se perdió buena parte del cargamento, el francés vióse obligado a levantar el sitio (20 de agosto de 1641). Desde esta fecha hasta su regreso a la Corte no hubo, por parte de Calderón, hecho digno· de conmemorarse, ya que el informe del Teniente General termina con estas palabras: "en todo lo demás que se a ofrecido, a pro- Y al presentar al ·enemigo acua:rtelado "al abrigo del bosque y la ribera", "A la falda, señor, desa vecina montafí.a, que es de los rebeldes muro" (ese. XII), como al in· sistir en que la infantería y la caballería se han de dar las manos ...porque én el día que vayan desunidas, verse es cierto del ejército el cue:rpo descubierto". Y continúa, describiendo una situación análoga a la de Catalu:fl.a sublevada: Con cuya prevención aquesta altiva traición veí-és si la cerviz derriba. al yugo que ha querido mirar de su garganta sacudido, perdiendo conquistada los nobles privilegios de heredada". (,ese. Xll.)
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