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UN ERROR DE INERCIA: EL SUPUESTO CONDE-DUQUE DE OLIVARES Por EULOGIO ZUDAIRE. No traemos al palenque de la discusión la personalidad de un hombre, D. Gaspar ·de Guzmán, que desde su aparición en escena ha servido de comodín contra el que émulos e historiadores ejerci– taron su vigor dialéctico. Aunque sobre él no se ha dicho la última palabra, cuenta con una maravillosa monografía, una de las obras maestras de la bibliografía española contemporánea. Quizá no tarde el momento en que se publiquen asimismo y se analicen sus infor– mes políticos, sus memoriales, sus cartas, sus intervenciones en los Consejos, obras inéditas en su mayor parte e inexploradas, aun cuando tanto se haya escrito sobre la política del gran Privado de Felipe el Grande. Simancas y París guardan lo mejor de su ideología como hombre de Estado. La inercia es uno de los factores negativos de la tradición, inercia que en el hombre se confunde con pereza intelectual o con el temor pusilánime de ser tenido por revolucionario. En unos casos, el "Magister dixit'' ha sido freno al desarrollo de la cultura; en otros, como en el presente, el hecho carece de trascendencia histórica, mas no de cierto interés informativo. Verdad es que muchos, a ciencia y conciencia de su error, vie– nen titulando a D. Gaspar de Guzmán "Conde-Duque de Olivares". Pero si nunca ostentó ese título, ni se lo atribuyó, ni se lo dio el Rey ni sus contemporáneos se lo aplicaron, ¿ a qué continuar con ese error de inercia? No es lo grave del caso que nunca hubiera sido ni se hubiera titulado D. Gaspar de Guzmán "Conde-Duque de Olivares", sino 599 HIDALGuiA.-N11m. 60.

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