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114 Lázaro de Aspurz en períodos anuales de dos meses a lo largo de los seis años de la misma. En tal caso no tendría razón de ser la profesión temporal; el noviciado terminaría con la única profesión: la solemne. Pero el planteamiento va más a fondo: ¿posee consistencia teo– lógica y, sobre todo, pedagógica ese compromiso temporal en un religioso que, según la doctrina del Concilio, « hace, mediante la profesión, una total consagración de sí mismo a Dios ... , consagración que será tanto más perfecta cuanto, por vínculo más firmes y más estables, represente mejor a Cristo, unido con vínculo indisoluble a la Iglesia »? (LG, 44). Antecedentes históricos Desde sus orígenes, la consagración en virginidad tuvo carácter de donación perpetua. Los santos Padres establecen constantemente el paralelo entre la indisolubilidad del matrimonio, al que se re– nuncia, y la perpetuidad de la entrega a Cristo en casto connubio. La infidelidad a la virginidad prometida era mirada como un adul– terio sacrílego. Al aparecer el monacato se aplicó este mismo con– cepto a la consagración del monje. Un canon del concilio de Cal– cedonia (451) declaraba excomulgados a quienes, habiendo profe– sado virginidad, contrajeran matrimonio; parecida actitud irían to– mando las prescripciones canónicas en Occidente. La raíz de tal perpetuidad era, como aparece· en multitud de textos, el sentido místico de la unión virginal con Cristo y la significación eclesial de la consagración, que viene a realizar en la Esposa de Cristo lo que en ella representa el matrimonio. Pero poco a poco fue todo el con– tenido de la profesión del monje el que adquiró el mismo valor. Renegar de la renuncia efectuada, volviendo a tomar lo que se había entregado a Dios, era hacerse reo de un sacrilegio (2). (2) W.N. FREY, The act of religious profession. A brief historical synopsis and commentary, Washington 1931, 31-40; V.F. MuzZARELLI, De professione re– ligiosa a primordiis ad saeculum XII, Romae .1938, 43-50, 89-96; F. VIZMANOS, Las vírgenes cristianas de la Iglesia primitiva, Madrid 1949, 151-175.

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