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La profesión " temporal » 125 puesta a la invitación de Cristo a seguirle dejándolo todo una pro– fesión por la qual el religioso retiene la propiedad de sus bienes pa– trimoniales y el derecho de adquirir otros nuevos, como previendo un seguro de medios de subsfatencia para el caso de infidelidad a la llamada divina y al compromiso contraído con Cristo y su reino. Un seguro que, por lo demás, hoy resulta anacrónico; lo que ga– rantiza l.os medios de vida en la sociedad actual no es tanto el pa– trimonio cuanto la capacidad profesional. Estos motivos han indu– cido, probablemente, al cambio de postura jurídica adoptado en el motu proprio Ecclesiae Sanctae autorizando a los institutos de votos simples a introducir en las constituciones la renuncia a los bienes patrimoniales, sea en forma obligatoria sea en forma facultativa (ES, II, 24). Termino con una observación al hecho, puesto de relieve por muchos expertos, de que en los jóvenes religiosos se viene acusando una resistencia cada vez más aguda a comprometerse en situaciones definitivas, que encaucen la vida sin posibilidad de ulteriores revi– siones. El hecho es real y se manifiesta, en el joven seglar, como reacción contra la fijeza del matrimonio indisoluble y contra todo lo que sea dejarse encuadrar profesionalmente en la comunidad hu– mana, sobre todo si este encuadramiento se lo ha preparado el padre o responde a convencionalismos sociales. En realidad no es otra cosa que la necesidad de hacerse la propia vida y trazarse una misión personal - ser yo mismo -, que caracteriza el humanismo moderno, afanosamente existencial. Y es inútil querer ignorar este hecho en los métodos de formación de nuestros jóvenes religiosos. Pero no es que el joven llamado sea hoy incapaz de darse integralo.ente a un ideal grande, de mirar su vida en función de una misión exigente hasta la inmolación total y, por lo tanto, de recibir la vocación religiosa en toda su dimensión. Es más bien el temor a lo estático de una postura encerrada en obli– gaciones, en modos fijos de pensar y de obrar, lo que le retrae. Si acertamos a presentarle la vocación religiosa como una tarea que responde a su sentido dinámico de la vida y, en lugar de hablarle de la obligación de perseverar, le hacemos ver la fidelidad a la profesión corno un disponerse cada día, en renovación incesante,

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