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122 Lázaro de Aspurz buen material humano y, para ello, montar un sistema de criba vo– cacional, mediante etapas de integración escalonada, a fin de lograr que sólo quede el buen grano. Y, por atender a los criterios de se– lección, se han perdido de vista los intereses de la formación de los que en realidad son llamados y han de seguir adelante. Así, con mucha frecuencia, ni se ha formado ni se ha seleccionado. Es sabido que no hay medio mejor de selección que una sana formación, que ayude al candidato a dar la respuesta libre y personal al plan divino. Toda actitud provisional ante un compromiso, que exige do– nación total para que llegue a informar una existencia, no puede menos de mantener situaciones a medias, nada aptas para una sín– tesis vocacional. La distinción sobada entre el plano jurídico - ex parte Ecclesiae, ex parte instituti - y el plano espiritual y moral - ex parte voventis -, ya de suyo muy artificial, hace que la tarea del formador, tanto en el noviciado como en los años de los votos temporales, resulte mucho más difícil y expuesta que cuando al noviciado seguía inmediatamente la profesión perpetua. Y esto por la postura humana que, inevitablemente, toma el noviciado sa– biendo que su compromiso, tan deseado, será para un plazo limi– tado, y el joven profeso pensando en lo que puede suceder cuando expire el término de los votos temporales. Ciertamente, el maestro se esforzará, con éxito en la mayoría de los casos, por hacerle com– prender que el hecho de que la Iglesia no admita su profesión como perpetua no debe hacer cambiar en nada su voluntad de entrega de– finitiva. Pero el joven se sabe en esos años objeto de experimenta– ción, siente sobre sí la atención interrogativa de los superiores, de los educadores, de los religiosos que conviven con él; ellos han de decidir, con sus informes o con su fallo, el curso de su vida. En tales condiciones, la identificación personal con la vida abrazada, el desarrollo de la vida espiritual, el cultivo de los ideales, caminan con marcha incierta. Hay peligro de que las vocaciones inseguras lo sean cada vez más y las firmes no tomen el vuelo necesario en la realización. La situación se agrava todavía si, como sucede en la mayor parte .de los institutos femeninos y como muchos quisieran se implantase también en los masculinos, la profesión es solamente anual, debiendo ser renovada de año en año.

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