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PERSONALIDAD Y MISIÓN 195 Entretanto la situación religiosa y política del Imperio íbase agravando por momentos. El calvinismo iba ,ganando terrenó con el apoyo de Francia y bajo la dirección del elector palatino Fede– rico IV, quien logró por fin constituir la Unión Evangélica entre los príncipes protestantes. El obje:ivo no era otro que imponer en los estados católicos la libertad religiosa y, para ello, anular la in– fluencia de España y de la Santa Sede, como también obstaculizar la creciente preponderancia del duque de Baviera. Los recelos mu– tuos de los príncipes católicos, agravados con la sublevación del archiduque Matías contra su hermano el emperador Rodolfo H, ofrecían la mejor coyuntura para bs fines de la alianza protestante. Urgía la formación de un frente único ante el peligro común. Mientras san Lorenzo proseguía su predicación en Pra,ga, mante– nía asidua correspondencia con su amigo Maximiliano. Muy pronto maduró entre ambos la idea de llegar a la organización de la Liga Católica. El duque comprendió que nada se haría sin el apoyo de España y de la Santa Sede, y pensó que nadie mejor que el ca– puchino podía mediar en el asunto. Así lo juz,gó también el em– bajador español don Baltasar de Zúñiga. A la santidad y dotes de persuasión del enviado se juntaba la garantía de no ser un desco– nocido para la corte de Felipe III: la reina Margarita de Austria había sido su penitente cuando niña y le profesaba singular vene- . , rac1on. San Lorenzo salió de Munich camino de España en agosto de 1609 con las instrucciones del duque de Baviera, presunto jefe de la futura Liga. En Madrid rodeóle la familia real de extraordi– narias muestras de afecto y devoción 41 . Consiguió para su Orden la autorización real para fundar ,un convento en la corte, fundación que tropezaba con una oposición hasta entonces invencible. No fue– ron tan fáciles las negociaciones sobre el asunto de la Liga católica. El objetivo de su embajada era conseguir de Felipe III una ayuda :financiera suficiente para mantener en armas dos regimientos de infantería y uno de caballería, y todavía más, llegar a comprome– ter al rey personalmente en la alianza. El duque de Lerma, valido omnipotente a la: sazón, exigía dos condiciones a cual más fuertes : que el Papa contribuyese con una a,yuda igual a la de Su Majestad 41. Hay sobre ello µn relato muy interesante d,~ un testigo presencial, el padre Severo de Lucena, en carta dirigida al provincial de Cataluña, 12 oct. 1609, editada CI\ la edición moderna de Francisco de AJm'RiN, o.e., 717 - 722.

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