BCCCAP00000000000000000000994

B3 PERSONALIDAD Y MISIÓN 103 el balance de pérdidas para el ca:olicismo. Una vez que el Conci– lio de Trento consolidó doctrinalmente el dique de contención contra los errores, la santa Sede fue poniendo en juego todas las fuer– zas disponibles, primero para contener el avance del luteranismo y del calvinismo, y después para tomar la iniciativa del contraata– que en los países gobernados po:.- príncipes cat61icos. Es la reac– ción que los historiadores protestantes conocen bajo el nombre de contrarreforma y que modernamente se designa, con mayor acier– to, restauraci6n cat6lica. Los capuchinos habían iniciado ya su apostolado con este fin en los cantones suizos, primero como colaboradores de san Francisco de Sales y luego a las órdenes de san Carlos Borromeo, penetran– do hasta el Tiro1. Los éxitos logrados hicieron que algunos obis– pos del Imperio y, sobre todo, los !mncios pontificios pidieran in– sistentemente misioneros capuchinos. En 1597 acudía oficialmente al vicario general de la Orden e1 arzobispo de Praga, Zbynek Berka von Duba; movió en su favor a la santa Sede, y por fin, como hemos visto, el capítulo general de 1599 decretó la primera expe– dición a Austria y Bohemia a las órdenes de nuestru Santo. Al atra– vesar las poblaciones de ambos países, y particularmente al llegar a Praga, pudo darse cuenta el co:nisario general de lo grave de la situación: frente a la audacia de los predicantes, aplaudidos y se– guidos por el bajo pueblo, la incomprensible inactividad de un clero mal formado, decadente, la desorientación del episcopado, y las va– cilaciones desconcertantes de la política religiosa del emperador Ro– dolfo II, víctima de sus crisis monomaníacas. Apenas había allí otl'.a cosa que un catolicismo oficial, sostenido a la defensiva, en cre– ciente descrédito. La primera arma empleada por los capuchinos fue el ejemplo de su vida evangélica : paciencia heroica bajo las burlas y atro– pellos del populacho, caridad activa, austeridad y pobreza. San Lo– renzo, por su parte, añadió la predicación y los coloquios sobre temas religiosos. De momento esta labor había de dirigirse más a infundir a los católicos seguridad y confianza en su propia fe que a rebatir a los herejes. Acabó de consolidar el crédito de los nuevos misioneros la parte tomada por el Santo en la victo::-ia imperial contra los turcos en Alba Real (Stuhlweissenburg) el ro de octubre de r6or. En su ca– lidad de capellán, supo enardecer en tal grado al ejército cristiano 3

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz