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}'1iRSONAl,lIHD Y MISIÓN 183 se había atrevido a afrontar los graves problemas de la teología, es• cribía: «Para adquirir una cultura superior, no basta el ingenio, por poderoso que sea, sino que se requiere estudio prolijo y esfuerzo ím– probo» ; y citaba, en corroboración, cuatro autoridades de la anti– güedad clásica 20 • Ocurre preguntar : ¿ de dónde sacaba tiempo una naturaleza en– deble como la suya para llevar a madurez aquella deslumbrante for– mación intelectual, que sería la nota destacada de su personalidad, ponderada reiteradamente en los documentos de carácter oficial que nos han llegado? 21 • Nunca tomaría pretexto del estudio para eximir– se de un solo punto de observanc:a, dedicaría largas horas a la ora– ción mental, 110 perdería ocasión de ejercitar el ministerio de la pre– dicación, veríase sin cesar ocupado en asuntos gravísimos dentro y fuera de la Orden, y hallaría todavía espacio para componer esos den– sos escritos exegéticos, polémicos y homiléticos que llenan qurnce gruesos volúmenes en la edición de sus obras completas. Como si el tiempo no contase en su vida, se le vería ir alargando progresivamente la duración del sacrificio de la Misa. Y con esto en– tramos en los caracteres más llamativos de la santidad de nuestro Doctor. Era la suya una espiritualidad centrada en la Misa; a ella subordinaba todo, su tiempo, sus fuerzas físicas, sus tareas. San Lo– renzo es caso único en la hagiografía de todos los tiempos. Normal– mente pasaba en el altar de cinco a siete horas ; a veces diez, doce, y vez hubo en que ocupó catorce horas. En aquellos éxtasis, que se ini– ciaban a partir del San,ctus y se hacían más largos entre la Consagra– ción y la Comunión, su rostro despedía fuego, las lágrimas corrían sin cesar, empapando pañuelos y más pañuelos, desaparecían las do– lencias de la gota, que le aquejó cruelmente en los últimos años, y toda su persona aparecía transformada 22 • Siendo general de la Orden, anduvo en cierta ocasión cuarenta millas en ayunas para tener el con– suelo de celebrar la santa 1Misa 23 • 20. opera Omnia, II, prs. II, 336 s. 21. Véase, por ejemplo, las cartas del cardenal Spinellí del 25 y 30 de julio de 1601 (Urbis et Orbis... 50) ; las del arzobispo de Praga, Dietrichsteiu, de 4 de no– viembre de, 1607 y 26 de mayo de 1608 :rbid., 51 s) ; las del embajador español don Baltasar de Zúñiga (Ibid., 62). :l:l. Francisco de AJm'RÍN, o.e., 265-2S8; Ilarino da MH,ANO, Le., 18 s. 23. Arturo M. da CARMIGNANO, OFMCap : Il generalato di S. Len-enza da Brin– disi (1602-1605) ; en «Collect. Francisc.», 29 (1959) 179.

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