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EL OTRO SAN ANTO'-11O DE PADUA 75 mula que se arrodilla ante el Sacramento, del pie cortado por un oyente arrepentido que luego recompone el santo, el corazón del avaro hallado en su arca, las repetidas bilocaciones ... , aparecen por primera vez en la llamada Leyenda Rigaldina, escrita a fines del siglo xm y, sobre todo, en el Líber miraculotum, compilado hacia 1370, o sea, siglo y medio después de la muerte del santo. 2 Eso sí, a raíz de su muerte, fue una verdadera explosión de milagros de toda clase obtenidos por su intercesión; cincuenta y tres de ellos fueron reco– nocidos en el proceso de canonización con rigurosas pruebas testificales. El primer biógrafo resume en estos términos lo que sucedió junto a la tumba del santo: «Allí los ojos de los ciegos se abren,: allí se descierran los oídos de los sordos; allí el cojo salta como un gamo; allí la lengua de los mudos, desatándose, proclama rápida y claramente las alabanzas de Dios; allí los miembros deforma– dos por la parálisis recobran sus movimientos normales; allí la gibosidad, la gota, la fiebre, toda clase de dolencias son puestas en fuga milagrosamente; allí, finalmente, los fieles obtienen todos los beneficios deseados: hombres y muje– res, llegados de diversas partes del mundo, consiguen el efecto saludable objeto de sus plegarias.» Esta realidad, que no ha cesado de ser actual en más de siete siglos y medio, inspiró el conocido responsorio de Julián de Spira, compuesto para el oficio rítmico de la fiesta unos tres años después de la canonización: Sí quaeris míracula, mors, error, calamitas ... El mismo autor de la primera biografía dio, en cierto modo, el sentido teológico de la misión taumatúrgica del santo de Padua en la Iglesia: «La vida de los santos se transmite a la posteridad de los fieles para que, al oír los signos milagrosos obrados por Dios por medio de ellos, sea Dios quien reciba gloria siempre y en todo.» No olvidemos que, en el Evangelio, los milagros realizados por Jesús tienen valor de signo: «para que se manifiesten las obras de Dios» (Jn 9,3); son señales de la presencia del Reino (Mt 11,4s). La intercesión taumatúrgica de san Antonio no comprende solamente las curaciones milagrosas cuando fallan los remedios humanos o la liberación de un peligro inminente, sino también ese tejido de pequeñas contingencias que 2 Cf. H. FELDER, Die Antoniuswunder nach den alteren Quellen, Paderborn 1933.

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