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74 LÁZARO IRIARTE Primero, el santo era figurado con el libro en la mano; así lo vemos en la mayor parte de las pinturas y vidrieras de las basílicas inferior y superior de Asís y en otras imágenes del tiempo. El libro significa la Sagrada Escritura, y es también símbolo del magisterio ejercitado por el santo, según la idea que predominó en la canonización y en la Legenda Assidua. Contemporánea al símbolo del libro, aparece en la región véneta la repre– sentación del santo sentado, con una mesa o escritorio delante, sobre el nogal de Camposampiero, donde puso por escrito sus sermones. Es siempre la idea del maestro enseñando, como le conocieron sus hermanos de hábito. Sucesivamente, se abre paso, especialmente en el siglo xv, el símbolo del lirio (azucena), para significar la pureza virginal del santo, puesta de relieve en la primera biografía -victoria de Fernando adolescente- y en la bula de canonización. Finalmente, en pleno renacimiento prevalece el símbolo del niño Jesús en brazos del santo, o también sobre el libro. Responde a una visión que habría tenido, según fuentes biográficas tardías; fue pintada por Murillo en el conoci– do lienzo de la catedral de Sevilla. Es esta la imagen preferida por los devotos y más aún por las devotas de san Antonio. No faltan quienes ven en esa preferencia una cierta motivación inconsciente en relación con el misterio virginidad-paternidad; parece más bien que la fe de la gente sencilla la prefiere porque le habla de la eficacia de la intercesión del santo, que tiene por amigo al niño Jesús. Se ha querido hallar, asimismo, una explicación de la popularidad de san Antonio en la relación de su culto con ciertas aprensiones supersticiosas muy arraigadas aun entre gente de fe madura. Por ejemplo el hecho de que su fiesta se celebre, por ser el día de su muerte, en un trece, número universalmente supersticioso en Occidente; el hecho de que le esté dedicado el martes de cada semana, día también mirado con recelo supersticioso: «en martes ni te cases ni te embarques». «SI BUSCAS MILAGROS, MIRA... » La razón principal de la popularidad de san Antonio es, sin duda, su fama de taumaturgo. Hecho tanto más llamativo cuanto que en vida no hizo ningún milagro a juzgar por las fuentes más antiguas. Uno sólo le atribuye el biógrafo de la canonización, pero entre los que hizo después de la muerte, siendo así que, en otros procesos de canonización de la misma época, los milagros en vida constituían un argumento primordial para demostrar la santidad del siervo de Dios. Los conocidos milagros de la predicación a los peces, de la

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