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EL OTRO SAN ANTONIO DE PADUA 73 unos 40 años, pero las arrugas de su piel y sus achaques le hacían parecer más entrado en años. Andando el tiempo, la piedad y, por lo tanto, la versión iconográfica, harían que el santo se sobrepusiera al hombre, más aún, que el taumaturgo se sobrepusiera al santo, el icono al retrato. Entre las varias iniciativas de estos últimos decenios dirigidas a estudiar el caso de Antonio de Padua, una de las más interesantes fue el Coloquio interdisciplinar celebrado en Padua en 1979 sobre el tema «La imagen de san Antonio». Los temas de mayor interés, a cargo de especialistas de solvencia, fueron acerca de la imagen antoniana contemporánea, vista desde visuales muy diversas: sociológica, psicológica, periodística, litúrgica, artística, históri– ca, iconográfica... Muy interesante ha sido la evolución de la tipología iconográfica a través de los siglos, pasando por el primero y segundo renacimiento, el barroco, el romanticismo y los tiempos modernos. Se convino en que la época más deca– dente, desde el punto de vista artístico y simbólico, ha sido la nuestra, que ha comercializado un san Antonio de pacotilla, de colorete, por llevar el aire a una piedad sensiblera y superficial. Con ocasión del Coloquio citado se tuvo una exposición de estampas modernas y se hizo una encuesta para ver cuáles eran las preferidas de los devotos antonianos. El resultado fue que se llevan la primacía las estampitas de gusto más adocenado bajo el punto de vista artístico y aun espiritual. De ello son responsables las casas editoras que, por interés puramente comercial, difunden ese san Antonio dulzaino y manido por la única razón de que es el género que más rinde en las estamperías de los santuarios antonianos. Lo mismo podría decirse de la imaginería barata que se pone a la venta. 1 Por fortuna van teniendo éxito, en otro nivel, verdaderas obras de arte en las imágenes encargadas a escultores modernos de fama reconocida y cons– cientes del mensaje que debe transmitir el arte religioso. El arte tiene una parte importante en la educación recta de la piedad del pueblo. Otro elemento interesante de la evolución se3uida en la interpretación de la imagen de san Antonio es el de los símbolos iconográficos. Como es sabido, desde la Edad Media, cada santo ha venido siendo representado con un símbolo invariable, cuyo sentido conocía muy bien el pueblo fiel. En la icono– grafía antoniana los símbolos son varios y ha habido una evolución curiosa según las épocas. 1 Attí del primo colloquío ínterdíscíplínare, Padua 1979.
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