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26 TARSICIO DE AZCONA sus regalías, apoyándose en recursos apenas canomcos. Además, se suele h~.olar, con cierto eufemismo, de absolutismo regio o de jurisdiccionalismo, sin ponderar con suficiencia que en el corazón del siglo XVII se dan elemen– tos regalísticos propios, que se suelen atribuir a los Borbones del XVIII 7 • b) Otro telón de fondo indispensable para entender estos acontecimien– tos, es la tensión hegemónica europea entre Francia y España, entre los Austrias menores y los Borbones mayores, con guerras interminables y con tratados de paz siempre insatisfactorios. Piénsese en la ya aludida guerra de Sicilia y en la paz de Nimega de 1678, de signo tan diferente, pero que mantuvieron en jaque a Estados, principados, personas e instituciones. Hasta el cronista capuchino de la provincia de Roma escribe: « L' anno pre– sente, infelicissimo alla Cristianita per la discordia dei Principi, che con guerra crudele tengono il Mondo tutto sossopra » 8 • c) Debe además proyectarse esta historia sobre la sociedad barroca, que siempre se piensa sacralizada y con gran calado religioso católico. Aun– que, ahondando, no deja de aparecer el contrapunto de una sociedad munda– nizada y de tibia vivencia cristiana. Sin duda, se quiere distinguir entre la fachada a cara vista y la coherencia íntima e invisible de esa vida 9 • Y no se olvide que la Orden franciscana y la capuchina vivieron, salvadas las distancias, los problemas de la Iglesia romana, con sus virtudes y con sus defectos. d) Finalmente no es posible no aludir al crecimiento demográfico de los institutos religiosos, camino de la elefantiasis del siglo XVIII. Es fenóme– no bien conocido y no insisteremos en el mismo 10 , pero no tanto que ol– videmos los efectos que tuvo para la vida regular e incluso a la hora de intervenir en problemas de diversos pueblos europeos. e) Nos queda por indicar con claridad cuál es el alcance que queremos dar a nuestro estudio. Queremos ofrecer una perspectiva documentada sobre la sig– nificación interna y externa del capítulo de 1678; por aproximación y analogía, lo pensamos como un conclave muy diminuto, pero en el que confluían las mi– radas no sólo de los religiosos, sino de los príncipes más poderosos y de la 7 L'assolutismo. Protezione e strumentalizzazione della vita religiosa. VIII convegno del Cen– tro di Studi Avellaniti 23-25 agosto 1994 (sic); cf. O. Fumagalli, en Divinitas 31 (1987) 84-91. 8 Annali Tomo Terzo della Provincia Romana (1674...), f. lr en Arch. Prov. Roma, sin sign. Existe el original bastante corroído por la tinta y una copia dactilografiada. Se refiere la anotación al año 1674, pero los siguientes no fueron mejores. 9 G. Martina, La Iglesia de Lutero a nuestros días. II: Epoca del absolutismo, Madrid 1974, 80-105. Valiosas sugerencias, que documentamos en algunos aspectos. 10 L. lriarte, Manual de historia franciscana, 255.

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