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62 TARSICIO DE AZCONA Custodio de mi Prouincia de Andalucía sin que pudiessen obstarme las exqms1tas oposiciones que el Prouincial Fr. Martín de Torrecilla me hizo en esta Corte, porque las pase a la Congregacion de Regulares, donde a pocos lances se cono:i:io la uerdad y constara quién es el Reo, a cuio effecto me quedo en esta Corte para que con sentencia final se declare lo que callé entre tantas penalidades. Mas reconociendo el Pe. torrecilla su peligro, trato de acuerdos por medio de los Pes. General y Procurador presentes, que me ofrecían toda onrada satisfacion y porque me negue a ella porque la espero jurídica, comenzo a tratar de secreto su uiaje; mas a instancia mía le ataxo con un Decreto la Congregacion. Luego que se uio sequestrado, se ualio de el Embaxador, representandole que se le ofrecía un grauissimo negocio de el seruicio de V. M. y que le facilitase el poderlo ir a tratar en persona a essa corte, siendo su mira burlar la Congregacion y mis defensas, huir de la uida Religiosa que ha de hacer en Roma y no hace en Madrid, celebrar su Capitulo Prouincial a su modo, frustar la residencia de la Diffinicion general que de orden de V. M. nueuamente se ha obtenido y sustentar con su gran mano (segun publica) nuestro gouierno presente, tanto auerso a los interesses de V. M., como a sus Reales Ministros. Hablome el Embaxador sobre este punto y respondile por escrito que, aunque conoscia los torcidos fines de el sujeto, el nombre solo de el Real seruicio podía tanto en mi affecto que se le podia dar licencia con tal que dexasse Procurador con quien seguir la causa. Mas debo replicar aora lo que otras veces tengo a V. M. representado que este Pe. es tan desaffecto al Real seruicio, de que se uale, que hauiendo yo ido a los pies de V. M. en continuacion de su Real seruicio califica– do por dos Virreyes y un Embaxador, me persiguio y quito la libertad de manera que a uiuos decretos de V. M. me permitio informar sus Reales Ministros y esto despues de muchos meses de assistencia en Madrid, excediendo tanto en las exhorbi– tancias de coxerme y abrirme los villetes de el Consejo de Estado, que despues de hauerse dado por entendido V. M. de mi affecto y desuelo a su Real seruicio, quiso affrentarme y hacerme Reo con extravagancias tan affectadas, que obligo al Nuncio a quitarle la causa, depositarme en la obseruancia y finalmente despacharme a Roma. Y no basto para librarme de su furia, pues recurrio al Consejo por via de fuerza con supuestos tan falsos y tan escandaloso estruendo, como es notorio, y agora que hauia de dar quenta de este y otros desafueros, toma por assilo el seruicio de V. Mgd. para entrarse a este titulo en essa corte, introducir en ella sus designios y los de sus Coligados, embarazar la piadosa atencion de V. M., en– gañar todos los Ministros que pudiere y desacreditar estos de la Italia, que tanto y mas suenan las voces que este sugeto con Fr. Joan de Milan dexan esparcidas y las confirmara el tiempo, si no se sale al reparo y se corrige el intento. Unido pues este Prouincial con Fr. Joan Francisco de Milan su custodio, con fr. Antonio de Fuentelapeña Vissitador de la Sicilía, Fr. Miguel de Alcañizes Prouin– cial intruso de Aragon, como ha declarado la Congregacion y Fr. Francisco de Balbas– tro, Hijo de Frances, nacido en Aragon y hecho Prouincial de Serdeña por Breue a instancia de el Pe. Fr. Esteuan de Cesena, uendiendo su nacion, la Religion y

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