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34 TARSICIO DE AZCONA qués de Los Vélez, respaldado por el P. Jerez, y asesorado por los PP. Ventimiglia y Taggia, refugiados en aquella ciudad; era inflexible, tanto más que había sido tomado después de consultar al consejo colateral. El virrey exigía visitadores indiferentes, que presidiesen dichos capítulos, o cele– brarlos en los lugares habituales bajo la presidencia del obispo local. Tuvo que intervenir el papa mediante el cardenal protector, Nicolás Acciaioli, que prometió mucho al virrey, aunque luego no respondieron los hechos. Ante el mandato de dejar correr los capítulos y la promesa de que serían elegidos religiosos indiferentes, se celebraron aquéllos sin presencia externa, pero dirigidos desde Roma por el bando del P. Recanati. El virrey pagó cara esta confianza y le oiremos afligirse muchas veces de la misma, ya que la mayor parte de los custodios pertenecían a la tendencia de los PP. Cesena y Recanati, y no a la hispánica del P. Jerez. Ganó la diplomacia romana 30 • f) Provincia de Cerdeña: Se puede documentar una carta del definitorio de dicha provincia al cardenal Cibo, con una relación ordenada de cuanto sufría la misma por parte del ministro general, P. Cesena 31 • Les había im– puesto provincial con breve del papa en la persona del P. Francisco de Barbastro, que fue al capítulo de 1678, donde se mostró seguidor fino del bando del P. Cesena, mereciendo la represalia de la corte de Madrid. Este largo párrafo sobre la preparación remota del capítulo de 1678 parece indispensable para conocer el estado de división producido en la Orden durante el gobierno del P. Cesena, para explicar los comportamientos de los vocales en el mismo y para genetizar las consecuencias que padecieron varios cabecillas. ;o Véase el resumen que hicimos en Las cosas...El gobierno 269-271, donde debe matizarse la frase referida al virrey: « más aún, consiguió que no se celebrasen los capítulos », ya que se cele– braron, pero sin seguir las consignas dadas por el mismo. La cuestión fue sonada en Italia, y es recogida con amplitud en la crónica del convento de Roma (cf. Annali Tomo Terzo f. 29rv). Nótese que el nuncio Vícentini no intervino en estos asuntos; se trataron entre el virrey y la curia romana, como se demuestra por la correspondencia de ASVat. Segretaria di Stato, Napóli, vol. 90, f. 246rv. En carta de 1678, marzo 22, comunicaba Vicentini muchas noticias, pero ninguna sobre capuchi– nos. Tampoco había intervenido en 1675, cuando la expulsión del general. En cambio, intervino el nuncio en Madrid, S. Millini, que el 1 de abril protestaba ante J. de Eguía por la intervención del virrey (ASVat. Nunz. Madrid, vol. 4, ff. 524rv-525rv). La actitud del virrey era apoyada por el embajador Carpio y por el Consejo de Estado, carta de 1678 mayo 25, aprobando que no hubie– ra recibido visitadores para dichos capítulos (AGS Estado, leg. 3128, sin f.). 31 Original, Caller, 1677 mayo 12 (ASVat. Segretaria di Stato, Lettcre di Particolari, leg. 57, ff. 177rv-178r). Se hace constar que repetían las cartas al general, que no las respondía. No se olvide que .en la Risposta dada por el embajador al Mani/esto del P. Cesena se le achaca con acritud su intervención desacertada en diversas provincias, así en los nn. 6, 7, 10, 17 y 29 de nuestra edición..

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