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30 TARSICIO DE AZCONA e) Desde dentro de la Orden pueden recogerse también testimonios e impresiones sobre el ·tema. El citado P. Cirilo de Alicante, al hilo, como decíamos, del viaje del P. Cesena a Madrid, escribía: « En miserable estado veo las cosas de la religion , y parece que [ésta] corra la mala fortuna de España» 19 • Es llamativa la correlación que establece entre la mala for– tuna de España y el miserable estado de la Orden. f) Ni se piense que estos testimonios, que podían ser alargados sin dificul– tad, eran extrínsecos y no tocaban a la entraña de la vida religiosa vivida en los conventos capuchinos. Dejemos de lado cierta casuística escandalosa, y qui– zá difamatoria, y retengamos, por el contrario, la actuación pública de religio– sos santos y la más callada de numerosas casas esparcidas por Europa, en las que palpitaba la vivencia de las constituciones de 1536. Aun así, ¿atravesaba la Orden una primavera de vida franciscana, fervorosa y profunda, además de observante? La cristiandad del barroco y del antiguo régimen ¿impulsaba a aquel– los religiosos, a mitad del siglo XVII, a una consagración heroica, o les conta– giaba ya con brotes de tibia relajación, de mundanización, de falta de celo, de racionalismo y del laxismo en boga? ¿Desde qué corrientes intelectuales legiti– maban diversas situaciones internas, el gobierno supremo y provincial, la desi– gualdad, la actividad diaria y la fuerte vivencia socio-temporal? No amontona– remos más interrogantes 20 • Parece que la cuestión puede quedar sub lite, en espera de que se documente un estado ejemplar y elevado, o de cierto decai– miento con verdadera necesidad de reforma, como escribía el nuncio Millini desde Madrid: la Orden vivía turbada por mezclarse la autoridad seglar; ese era el primer « impedimento a la redm;ion no solo de esta, pero también de las otras Ordenes regulares, a la primer flor y explendor de santidad y Religio– sa obseruancia, que aora cassi del todo esta perdida » 21 . Parece que nadie pudo negar espíritu religioso al general, P. Cesena, pero ¿cómo se explica que se hubiera implicado tan a fondo en negocios temporales, se hubiera enfrentado con la corona de España y hubiera dejado la Orden tan dividida en la cabeza y en los miembros? 19 ASVat. Nunz. Madrid, vol. 4, f. 541rv. Véase Apéndice, doc. 11. 2 ° Creemos que falta un análisis a fondo de los problemas discutidos, soluciones dadas y apre– ciación socio-religiosa de los capítulos generales del siglo XVII a base de las ordenaciones emana– das de los mismos. Es posible que tal estudio ayude un poco a responder a nuestras preguntas (cf. Ordinationes et decis.iones capitulorum generalium ordinis FF. MM. S. Francisci capuccinorum... , Ro– mae 1851, 42 [1613] y 132-133 [1678]). Al final de este capítulo añade el editor una breve biogra– fía del P. Recanati, con sus cargos, personaje de relieve y de grandes virtudes. No lo apreciaban así los embajadores Níthard o Carpio. 21 Nuncio S. Millíni al secretario Legasa, Madrid, 1678 agosto 19 (AGS Estado, leg. 3128, sin f. Apéndice, n. 10).

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