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CAPÍTULO GENERAL DE LOS CAPUCHINOS (1678) 375 con viveza las regalías pontificias. No fue gesto insignificante de la corona dejar volver a los cinco religiosos desterrados en Portugal o por diversos lugares, para que cada uno tornase a sus cargos; al mismo tiempo, quitó de en medio a religiosos polémicos, como los PP. Jerez e lea, que se habían destacado en favor de la corona en el enfrentamiento de ésta con los superio– res de la Orden. 6. Ofrecemos, sometido a más profundo debate, el tema referente al estado interno de la Orden en Europa latina. Quizá no vivía tan reformada como en sus orígenes, ni tan relajada y perdida como atestiguaban los minis– tros de la corona en Italia, los Consejos de Madrid e, incluso, el nuncio. Parece que vivía afectada, en Italia, Espana y Francia, por los mismos pro– blemas de la cristiandad barroca, por las luchas hegemónicas europeas y por las corrientes espirituales del tiempo. La Orden fue acusada de no ser instrumento débil en conocidas revoluciones sociales, que vivió comprometi– da con los respectivos pueblos, alzados contra el absolutismo regio. APENDICE DE DOCUMENTOS 12 UN FAMILIAR DEL CARDENAL LITTA AL CARDENAL Crno Roma, 1678 junio 6. Cuenta su devoción a la orden capuchina y su desprendimien– to con los religiosos, que le sacaban mucho dinero. Narra la osadía del P. Francisco de Milán, lo mismo que el extrano comportamiento de este religioso en Roma, con ocasión del capítulo. Teme que, volviendo hacia Espana, tome el camino de Ginebra para conferir con sus campaneros de religión, como Nicol Leto y otros. AGSimancas, Estado leg. 3128 sin fol. t No tienen los Capuchinos entre todos los eclesiasticos maior amigo que el cardenal Lita, cuia bolsa, aunque pequena, estrechada por ellos yndiscretamente haze bastante fee de lo dicho. Biuiendo pues el Cardenal en el estado de la ynos:iens:ia (sic) en ocasión de hablar al senor cardenal <;:ibo, le rrecomendo a Fr. Juan Francisco de Milan Capuchino, que hauia benido al Capitulo por Custodio de la Prouinzia