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CARTA DE ENRIQUE IV A LA PROVINCIA DE GUIIPUZCOA EN 1470 VERSION SOBRE LOS SUCESOS DE CASTILLA Por TARSICIO DE AZCONA, OFMCAP. En diversas ocasiones nos hemos aproximado a la historia del país vasco, más en concreto a la provincia de Guipúzcoa, desde la historia general, desde la realidad religiosa de la cristiandad occi– dental o desde la historia civil castellana. En esos contextos se movía el pueblo vasco. Es un camino crítico y posible. Aunque no deja de haber estudiosos que preferirían insistir menos en tales contextos y penetrar en la intrahistoria vasca, a fin de alumbrar los más íntimos latidos y la especificidad de la misma. Nos parece un bello ideal; aunque se debe tener en cuenta la armonización metódica y no se puede olvidar la lentitud en descubrir esas fuen– tes específicas, las que sean, desde los dólmenes más recónditos hasta las ordenanzas más típicas de las juntas. Lo que nos anima a seguir aportando documentación general, la que nos van deparan– do los archivos. En concreto, al escribir sobre Isabel la Católica, hicimos diver– sas referencias a la presencia vasca en aquel decenio volcánico de la vida castellana, entre 1462-1472, más o menos. No recordaremos aquí todos los momentos de dicha presencia; aludiremos sólo a que fueron las «tierras de vascos», fidelísimas a Enrique IV durante la guerra civil castellana, las que comenzaron a alejarse del mo– narca, al anunciarse los esponsales de Juana de Castilla con el duque de Guyena. Toda esta historia de la participación vasca en el reinado de Enrique IV está poco explorada: la presencia en ins– tituciones, como las cortes; la ayuda prestada a las acciones de la corona, el papel en la política internacional y en las exploracio– nes que partían de las villas marineras cantábricas. En esta ocasión

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