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290 TARSICIO DE AZCONA, OFMCAP. timidad de Juana y sobre la sucesión de la misma en la corona C33l. Existen otras adiciones de otras manos, pero de menor impor– tancia; nos remitimos al texto para que el lector las aprecie. RECAPITULACION Damos a conocer una pieza documental de primera mano para la historia de Guipúzcoa y para la historia enriqueña del siglo XV. Debe ser inscrita en la línea informativa acometida por la corte para ganar la opinión del reino, después de una arriesgada jugada de política de estado y tras un decenio de turbaciones. Como en toda campaña de opinión, la carta contiene una ver– sión de los hechos; en este caso la versión que Enrique IV comu– nica a la provincia de Guipúzcoa sobre los sucesos de aquel de– cenio tormentoso del siglo XV. Aunque no queda reducida a la pura información, sino que la carta contiene disposiciones impor– tantes, que fueron cumplidas por la junta de la provincia de Gui– púzcoa. La carta en sí misma es una pieza documental de tanta altura como la Autodefensa de Isabel del 1 de marzo de 1471. Más aún, ambos documentos deben ser confrontados hasta la última tilde, ya que dependen como la causa y el efecto, como el humo y el fuego. El documento enriqueño avanza en ocasiones por encima de los temas concretos y de los acontecimientos castellanos para sen– tar doctrina política; así cuando alude al poderío real absoluto del monarca en los asuntos de estado, como la sucesión. La carta trata con transparencia la cuestión batallona del rei– nado, la de la sucesión en el reino, manejada por las fuerzas socia– les del mismo. Puede ser considerada como la voluntad decidida, decisiva y última de Enrique IV en favor de su hija Juana de Cas- (33) Volvemos de nuevo a echar en falta los acuerdos tomados en las juntos; sin ellos resulta diffcil dejar bien asentados los hechos. Cualquier esfuerzo que se reolice por recobrar las ordenanzas de las juntas, su cele– bración y los acuerdos tomados en ellas redundaró en el más profundo bien común.