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CARTA DE ENRIQUE IV A LA PROVINCIA DE GUIPUZCOA 283 B. PARTE DISPOSITIVA La narración había puesto el dedo en varias llagas, todas do– lientes y sin previsible cicatrización. Enrique IV comunica a los guipuzcoanos las resoluciones que había tomado tanto en la cues– tión principal de la sucesión, como en mandatos concretos para la provincia. l. REVOCACION DE LA SUCESION ISABELINA «Y asi por las cosas susodichas», es decir, por las razones que anteceden, las capitulaciones con Isabel en Cadalso (= Guisando) no fueron válidas ni debían ser guardadas. Intentemos abarcar toda esta peleona argumentación de la carta. l. El juramento prestado a Isabel «fue en dapno e perjuysio de la dicha princesa doña Juana mi fija e de su derecho e contra el primer juramento a ella fecho». El rey no tiene más remedio que tomar las aguas en el mismo nacimiento; ahí residía su fuer– za, aunque hubiera desertado de ella ante el incontenible hostiga– miento de la nobleza y de la revolución social del siglo XV. Asen– tado dicho principio, la carta saca la primera y principal conse– cuencia del mismo: la invalidez y la no obligatoriedad del jura– mento prestado a Isabel en 1468: «El dicho segundo juramento e omenajes fechos a la 'dicha mi hermana non valieron nin pueden nin deuen ser guardados nin conplidos nin conseguir efecto». Ahí quedan estas afirmaciones para el análisis de los más sutiles ju– ristas. Es claro que Isabel en la Autodefensa se verá forzada para rebatirlos a recurrir con tanta osadía a la ilegitimidad de Juana. Pero esta es harina de otro costal. 2. Enrique IV no procedió en este momento por impulsos, sino con serenidad y meditación; la frase es significativa: «lo qual todo por mi visto», es decir, analizada la cuestión, tomó esta determi– nación. Conviene matizar bien este pasaje: a) Posibilidad y capacidad para cambiar de nuevo la sucesión: «yo de min proprio motu e. cierta cie~ia e poderio Real absoluto asy lo pronuncie... ». Los dos primeros términos proceden, sin duda, de