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TARSICIO DE AZCONA, OFMCAP. rique consintió y mandó que Isabel fuese intitulada y jurada prin– cesa y heredera de sus reinos; otro tanto hicieron algunos prela– dos y grandes allí presentes: «Sobre esto pasaron entre my e ella c;iertas scripturas juradas e firmadas e selladas en el logar de cadahalso». Más aún, el rey afirma expresamente que Isabel pro– metió, juró y selló a los prelados y grandes de no casar sino de consentimiento y acuerdo de ellos (18). 5. Enrique IV no iba, en su carta a Guipúzcoa, acumulando datos por un afán histórico. La finalidad era más profunda y po– lítica, queria demostrar que Isabel no había cumplido lo prome– tido en tales escrituras; por tanto, era infiel y perjura; sobre todo, en lo tocante a su casamiento. No sólo porque había prometido no casarse sin el consentimiento del rey y de los nobles, sino porque obró contra las leyes del reino que disponían que las doncellas menores de 25 años casasen con personas gratas y apacibles a sus padres y hermanos, cuando en poder de éstos quedaren. De otro modo, podían quedar desheredadas. «Olvidando todo esto en grand turbac;ión e escandalo dellos fizo e cometio todo lo contrario, segund que a todos es manifiesto». Cualquier lector advertirá que la carta enriqueña planea en dos alturas: una de hecho: lo ocurrido en Cadalso Co Guisando) y otra de derecho: el matrimonio de la infanta antes de los 25 años. Es obvio que no podemos entrar de momento en este tema jurídico, sino continuar el análisis progresivo de la misiva. IV. ISABEL y LOS SUCESOS DE ÜCAÑA Entramos en un tramo delicado de la carta y de la historia. En– rique nos sitúa en la villa toledana de Ocaña, camino de Andalu– cía; en dicha villa se fraguó la decisión más grávida de la vida de Isabel y una de las más importantes de la historia de España: la decisión de casarse con Fernando de Aragón, rey de Sicilia. l. Enrique IV había llegado a Ocaña camino de Andalucía para recobrar y reducir a su servicio y obediencia a las ciudades de aquella provincia que permanecían todavía alejadas de la corona (18) De nuevo lamentamos la carencia de originales, hechos desapare,cer posteriormente. Al parecer, se trata de dos capitulaciones.

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