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actos, mas no se tratan expresamente en la Instrucción; en cambio, se saca una conclusión que nunca había sido propuesta explícitamente por la Iglesia: "No es lícito mezclar entre sí los actos litúrgicos y los ejercicios piadosos; mas, si el caso se presenta, los .ejercicios piadosos o precedan 0 sigad a los actos litúrgicos" (núm. 12). La Iglesia ha tardado mucho tiempo en :imponer esta cónclusión; mas tenía por fuerza que ·llegar y de hecho ha llegado. El pasaje es tan meridiano que no necesita exégesis; por si alguno no llegase a interpretar bien. el verbo mezclar, pensando que ciertas interpdlacioneS no serían propiamente mezclar unos y otros actos, está la segunda parte del inciso en que categóricamente se manda que los ejer– cici<;>s piadosos precedan o sigan a los actos litúrgicos. ¿Cuál es el punto de vista para justipreciar la prescripción y para proyec– tar seguramente la subsiguiente acción pastoral? Entre las muchas que po- · dríamos aducir, permítasenos copiar dos frases meridianas de Pío XII: "Sin duda la oración litúrgica, siendo oración pública de la ínclita Esposa ·de Jesucristo, tiene una dignidad mayor que las oraciones privadas, aunque esta superioridad no quiere decir que entre estos dos géneros de oración haya contraste u oposición" (ene. Mediator Dei, 52), por otra parte "el culto tributado a Dios por la Iglesia en . unión con su Cabeza divina tiene la m.fxima eficacia de santificación" (ibid. 39). La consecuencia es patente. 'Ni se embarulle la cuestión argumentando que esto que enseña el Papa es ¾erdadetamente sólo en un terreno obfetivo, y que subfetivamente puede haber· ejercicios piadosos que aprovechen a un alma más que los actos litúr- ;gwG>s, y que por lo tanto;. se. podrá aconsejar a los fieles que durante los mismos .hagan lo que más les mueva a devoción. No es necesario decir, ,sin ·entrar ,en razonamientos teológicos ni en algún pormenor. que se tendrá en ·ctrenta al hablar de la párticipación en la misa, que este último modo ·de pensar se aviene muy mal con la prescripción que comentamos. Por otra parte, es necesario dejar bien asentado que, con todo esto, la lglesia 110. menosprecia los ejercicios piadosos y trata de suprimirlos ni total rii ·parcialmente, buena prueba la tenemos en la misma· Instrucción, en la que se manda que no se supriman las vísperas cantadas ni los ejercicios 1,fatlbsos con la bendición eucarística ni por la celebración de misas ves– :pertinas (núm. 45); sino que sólo qt¡iere situarlos en el puesto que les co– rresponde, .es decir antes .o después del .acto litúrgico, sea la misa, sea un s~craníento, s'ea la_ bendidón eucarística. Porque ya no puede caber la ·menor duda de que la bendición euc~rística es un verdadero acto litúrgico, d,esde el momento que se entienda y realice según el Ritual romano (núme- , 'rp 47) ; es decir, que la bendición eucarística comienza a ser acto litúrgico deséle el momento que se entona e! Tantum ergo para la bendición y la ·reserva; con ,esto ·está claro que se podrá seguir organizando las funciones . vespertinas fo mismo que hasta ahora, teniendo en cuenta de comenzar la ·exposición no con el ·canto del Tantum ergo, sino con cualquier laus eu- . ,utirística, ~ea en latín, sea en lengua vulgar, como ya está prescrito en la ene. Mu.neáe ·sacrae disciplina. ' Por fin, no estará .demás advertir que se necesita una gran prudencia para llevar a efecto esta prescripción, no vaya a suceder que se dañe a · los fieles, privándoles de una forma de devoción antes de haberles instruído e~ los diversos actos litúrgicos. Antes de suprimir la serie interminable de novenas, meses, rosarios, primeros viernes y sábados de mes etc., que se
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