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dds explicaciones para dar el Sentido de la: epístola y de 1 elevaµ- , gelio, aunque· después del sacerdote lea este último· íntegramente; en ciertas ocasiones, alguna alusión en el memento de los vivos y de los difuntos; ·monición a rezar el Pater noster; de ordinario una monid6n al empezar y dtrn al terminar la misa. Téngase en cuenta·que esta norma orientadora_ la ponemos• nosotros, mas. mi– rando a la letra de la ·Instrucción, porque como termina muy bien este pasajé, lás intervenciones del comentador ·e;leben · .. ser ayuda a la piedad dé los fieles, no es::orbo (núm. 96,. c). que_ l;>rillen por su. sobriedad y daridad; las· m9nid'One~, antes de la .oración, que .duren e~casos segundos; buen ejemplo lo .da la Iglesia en la monición 'antes del Pater, Praecepiis salutaribus mo– niti... ; las explicaciones podrán prolongarse un poco más;. mas sin que se conviertan en una catequesis. En todo caso serán diá– fanas para que las puedan comprender hasta los más rudos ; con– cretas, no .abstractas; con palabras llanas, lejos. de todo léxico eclesiástico. que sean dichas en el momento oportuno. que sean dichas con voz moderada, mirando a que sean oídas, no a centrar la atención ni la actitud de los fieles hacia el comen- · tador. · · que nunca cubran o tapen al ce~ebrante, que está. diciendo las ora– ciones; éste es un momento t.1n presidencial que ni el más leve estorbo ha de impedir que se oiga por toda la iglesiala voz del celebrante. · d) El oficio de comentador no dercga las normas generales dadas res– pecto de la lengua o a la recitación en voz alta de ciertas partes de lá misa, sobre todo, no deroga el núm. 14, c, en el que se prescribe que el Propio, el Ordinario y el Canon de la misa no se pueden decir en voz alta ni en .latín ni en traducción literal vulgar, ni por los fieles ni por un comentador. · e) La Instrucción aconseja que, en los días de fiesta se lean a los fieles la epístola y el evangelio en vulgar, luego que el sacerdote los ha leído en latín (núm. 14); .. esto mismo ha concedido la Iglesia para algunos lugares, sobre todo, en Francia, para las misas cantadas, de modo que el diácono, el subdiácono o un lector puedan hacer esas mismas lecturas ; pues bien, en este último caso, el comentador no puede hacer esta lectura sustituyendo a quienes por oficio deben hacerlas. Es claro que nosotros no podemos usar este indulto en nuestras misas cantadas ; ·aunque dudamos que muchos sean tan rigurosos en su aplicación, sobre todo, después que la Instrucción hace esa concesión de forma general para todas las misas rezadas. . ' . ~ f) En qué momentos ha de intervenir el comentador : Por dos veces hemos. encontrado que se ordena que las intervenciones se hagan tempore opportuno; de nuevo vuelve a un terna parecido, ordenando que el comen– tador se acomode al sacerdote, no viceversa, y que siga el ritmo de la acci6n sagrada de modo que ni la retarde ni b interru,mpa, a fin de que toda la acción resulte armónica, digna y piadosa Siguiendo un criterio cronométrico radical parecería imposible concordar estos· extremos : Intervenir, a veces en ocasiones señaladas en la Instrucción con ·el dedo, no tapar al sacerdote en las oraciones, no interrumpir ni retardar la acción ... Creemos :francamente

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