BCCCAP00000000000000000000987

f:::1JwJntelectualiSII.\O o en un malsano sentimentalismo, .la Instrucción, reco– gi~ndo. la doc;trina de la ene. M€!diator Vei, 105-127, enseña .que ·la partici– Pl:1-ctón interna consiste concretamente en ofrecer la misa y en ofrecerse jua,t_amente conJesucristo; offerunt et..ipsi sunt victima. Nos remitimos ente– r~ente a los .números_ de la ene. citada, donde se ap.aliza insuperablemente este, p;riµier elemento de la, participación. Mas no pasaremos adelante sin iq,si~ti;r .e.n el Cl:1-rácter insusti.tuíble de este .primer element;,o ; sin él, toda participación, aun la más esplendorosa, restará sin .alma.' (En un estudio privado, cotéjese el núm. 22 con el 93, e, donde se habla de la raíz de la p~rticipación). · ' · 2.-Segundo elemento: la participación externa: Mas también· es cierto. que las almas jamás existen en este mundo sino informando sus respectivos cuerpos. De9imos esto porque es: necesario llegar a valorar el elemento. ex– terno, y posteriormente . comunitario, de la liturgia. Cuanto hemos dicho anteriorm~nte s9bre la exigencia de participación que lleva consigo la litur– gia en' general y la misa en particular, 1-o hemos de referir primeró al ele– mento interno, mas sin -olvidar ni orillar el externo y comunitario. Por comu~ nidirá se s"iiele entender una sociedal'l en ejercicio y en la que la cabeza y los miembros realizan una .acción común. En el caso concreto la acción común será_ el ·imc~ificio; y aunque es verdad que el sacerdote, sin los fieles, :realiza siempre una acción pública y comunitaria porque representa· a Cristo y obra en nombre de, la Iglesia, también es cierto que esa a.cción, ya pública, está dotada de tales cualid3;des que esencialmente suscita y requiere el con– curso ó.participación externa y activa-.de los fieles; de esa manera, sobre la asamblea litúrgica desciende la · virtud comunitaria de fa misma liturgia y llega a convertirla en un ,signo maravilloso y en un símbolo visible de la realidad invisible. del Cuerpo Místico. Si a alguno parece poco este razona~ miento teológico, le retnitir.ernos a la ene. Mediator Dei, donde Pío XII habla en distintas ocasiones de la necesidad de esta participación externa; no resistimos a copiar aquella monición del final de la encíclica, .exhortando a la. pl:1-rticipación : "Evidentemente, apremia el que los fieles asistan a las s~gr~d~s ceremonias no como espectadores. mudos y extraños, sino que, pro– fund~mente penetracl@s por la belleza de liturgia, alternen sus voces con la · deLsa:cerdote y.con la del coro" (ene. núm. 236). ·.: ¿Qué es ,en concreto la partj.cipación externa? Aquella que se manifiesta con signos externos: a) en la aqtitud del cuerpo (estando de pie, de rodillas o sentado) b) por medio de gestos rituales (golpes de pecho, señal de la cruz) e) sobre todo, tomando parte en las respuestas, oraciones y cantos. No queremos cerrar este párrafo sin advertir que en este pasaje de la Instrucción. participación externa se opone y completa a interna, siendo am– bas eleillentos ele un mismo. sujeto o acción, y que no pueden ser confun– didos con dos modos_ de participaci6n, de los que se l-íablará luego: el mod? personal. y el modo común; la interna hemos dicho que es como el alma de la. p;irticipación, .por tanto no puede faltar ni en el modo personal, ni .en el coµi(m; .-la_ partie!ip_ación externa ·se cumple hasta cierto punto e:ri el niodo per~onaJ (el que· observa la debida .actitud y hace los gestos rituales) y se cumple plenainen~e en el modo c(?mún y en la participación _directa. · -· 3:-Tercer elemento de la participación: la sacramental: La ene. Me.– diafqr ;J;?ej 1 tien.~ páginas luminosas tratando de situar la comunión sacramen– tal ~ep.iro.: d~tmarco del sacrificio e invitand_o a superar el personalismo en

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz