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una gran muralla para que no entrasen en la península los capuchi– nos. Estos llegaron de la mano de grandes valedores, sobre todo del marqués de Santa Cruz, que les destinó un convento en el Viso del Marqués 9 • Sin embargo, prevaleció la consigna de echarlos fuera. Por decreto se les alejó de Castilla, pero al no citar el decreto más que a esa corona, ellos se quedaron en la corona de Aragón 10 • Se afincaron en Barcelona y desde allí se extendieron por el principado, por Valencia y por Aragón, formando tres grandes y gloriosas provincias capuchinas. 2.- FUNDACION DEL CONVENTO DE BORJA Se sale del ámbito de este estudio seguir las fundaciones cata– lanas, valencianas y aragonesas, con las que se constituyó la pro– vincia de capuchinos de Cataluña, bajo la advocación de Monserrat, en torno a 1582. De ella se desgajaron la de Valencia, 24 de octu– bre de 1596, bajo la advocación de la Preciosísima Sangre de Cris– to y la de Aragón, en 1607, bajo el título del Pilar. Esta constitu– ción de provincias de pleno derecho se realizó con sorprendente 9 Véase la obra en colaboración: GONZALEZ CABALLERO, A. (Coordinador). Los capuchinos en la península ibérica, 400 años de historia (1578-1978). Sevilla, 1985, pp. 23-25. 10 El tema está muy tratado por excelentes estudiosos. Véase la exposición y la biblio– grafía en Los capuchinos en la península ibérica...(1578-1978)... Sevilla, 1985, pp 23-65. Bibliografía peninsular de los capuchinos partiendo de la situación interna de los obser– vantes y el intento de formar una provincia independiente por los recoletos y descalzos de la corona de Aragón. La documentación es notable y la tenemos transcrita; en parte está estudiada por BORGES, P. «Orígenes y vicisitudes de la provincia recoleta tarraconense del Santísimo Nombre de Jesús». AJA 18 (1958): 151-206. -53-

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