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la calle. La petición fue elevada el 16 de agosto de 1867. Palpaba en la diócesis la falta de auxiliares para la predicación y para los ministerios. Era un vacío que había sido reconocido en la última le– gislatura por el ministro Lorenzo Arrázola. La reina le había conce– dido el convento de capuchinos para Colegio de Misioneros y se había gastado en la rehabilitación 30.000 reales de vellón. Le ha– bían respondido nueve religiosos sacerdotes que comenzaron a ejer– cer su celo, misionando a satisfacción de todos. El erario público no había contribuido con un céntimo. Pero la marcha del Colegio resultaba difícil: Los capuchinos eran de edad avanzada; dos habían fallecido; otro había ido a mantener a su familia indigente; otro ha– bía sido llamado para restaurar el colegio de El Pardo; quedaban cinco y ancianos. Suplicaba la facultad para constituir una comuni– dad formal, con capacidad para admitir novicio y vestir su hábito. Tendrían obligación estricta de dedicarse a la predicación de misio– nes, cuaresmas y ejercicios espirituales, sin percibir nada del erario público 107 • Pensamos que siguiendo esta línea, el obispo de Tarazona ha– bría conseguido sin dificultad convertir el convento de Borja en un centro de restauración de la Orden en la Provincia de Aragón. Mas una nueva revolución llamaba a las puertas y torcería este proyecto. 8.3. Proyecto del ayuntamiento: Hospital Sancti Spíritus El ayuntamiento de Borja no desechó su primitivo proyecto de trasladar al convento de capuchinos el Hospital Sancti Spíritus de la ciudad. Los pasos dados por el obispo de Tarazona sirvieron para encorajinarle y para echar más decisión al empeño. Se trató de un pulso entre ambas instituciones que, en ocasiones, rayaron lo contencioso y movilizaron a altos organismos del Estado. 107 Tarazona, Arch. Dioc., Capuchinos, Borja. Fecha. -111-

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