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4.4. El Colegio de Misioneros de Borja Bajo los focos de la Ilustración, ocurrió en el convento de Borja, en la segunda mital del siglo XVIII, un cambio significativo. El sencillo convento de capuchinos se convirtió en un Colegio de misioneros, con categoría y preferencia sobre toda la Provincia. El nombre puede parecer rimbombante y su contenido, equívoco. No miraba a ultramar, sino a los propios lares. Se trataba de un casa de retiro, para ganar en observancia regular y, al mismo tiempo, de un centro de estudios, mirando elevar el ministerio de la predica– ción y la pastoral entre el pueblo. Se aspiraba a formar mejores re– ligiosos y más hábiles misioneros entre los fieles. Se fundaron es– tos centros en todas las Provincias de España, por iniciativa del general Pablo de Colindres, a partir de 1760. El de Borja fue abier– to en 1765. Esta iniciativa fluyó del gobierno regio ilustrado y coincidió con agudas necesidades de los religiosos. Fue aceptada no sin algu– na resistencia, ya que equivalía a confesar el bajo nivel espiritual y cultural de las órdenes religiosas. Con esta medida de gobierno au– mentaron en Borja el número y la calidad de los elementos del convento; llegaron religiosos no vulgares, con cargo de lectores o maestros q~e elevaron el nivel cultural, convirtiendo el convento en una casa principal de la Provincia. Fue un fermento, que se dejó sentir pronto por todo Aragón. Por desgracia, no cuajaron sus fru– tos por la brevedad de su existencia. Desde 1790 no hubo tranquili– dad para que la institución se consolidara 71 • Parece fuera de lugar, en este momento, descender a detalles sobre aspectos de observancia y de doctrina, en especial, sobre las clases y conferencias impartidas en dicho Colegio de misioneros. 71 Véase el fenómeno general de estos colegios en Los capuchinos en la península ibéri– ca..., p. 141. Bibliografía. -94-

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