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4.2. Entre la observancia y la relajación La historia de la vida religiosa hispánica en el siglo XVIII ne– cesita una gran matización, en torno a su crecimiento y demografía, a la observancia regular, a los ministerios, a la vida común, a la apertura hacia la cultura ilustrada y a la postura frente a la constan– te intervención del despotismo ilustrado. Se le suele considerar como siglo de relajación religiosa, no tanto por el abandono de horarios, prácticas y costumbres, sino por una aguda metamorfosis social, que afectó a la entraña de la vida religiosa. Ante la imposibilidad de analizar en este momento todos los indicadores, sea permitido aludir a dos datos concretos que mani– fiestan la simbiosis de la vida claustral con la civil. La expresión «vida común» suele sonar en oídos profanos como algo relacionado únicamente con la convivencia fraterna den– tro del claustro; sin embargo, encierra un contenido económico y administrativo. Se refiere a la caja común y al uso común de las cosas, de modo que todas sean iguales para todos, dependiendo siempre del permiso del superior. Es la forma más aguda de la ex– propiación personal. La inobservancia de la vida común fue el por– tillo por donde se introdujo, en la vida franciscana, la relajación re– ligiosa. El convento de Borja se mantuvo vigilante durante el Antiguo Régimen para conservar enhiesta la profesada vida común. La difi– cultad comenzó por la aceptación de dinero, no tanto para remediar las necesidades de los enfermos, como para satisfacer la inmortifi– cación de los sanos. Es cierto que existía la figura jurídica del sín- -90-

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