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4. Experiencias sobre este esquema de Adoración . Toda esta orientación eucarística no deja de resultar novedosa y ha ga– nado todavía poco terreno. Su asimikción por parte de los sacerdotes y de los fieles requerirá mucho tiempo, ya c;_ue no se rompe ni se supera fácilmente una tradición secular. Algunas experiencias domésticas, descritas sucinta– mente, orientarán a nuestros lectores. Dos profesores del seminario de teología. de Pamplona organizaron en dos domingos sucesivos esta forma de Adora– ción en comunidades religiosas con sus correspondientes colegios apostólicos. Primer domingo : Adoración a base de dos lecturas bíblicas y homilía, cantos: interleccionares, silencio, oración comunitaria, canto del «Himno eucarístico» para antes de la bendición, y canto final. Segundo domingo : Exposición y canto del salmo ce Venid, adoremos al Señor». Cuatro breves exhortaciones en torno a los cuatro fines y frutos de k eucaristía; con otros tantos momentos de silencio, a los que seguían adecuados cantos bíblicos; oración comunitaria y reserva. Se debe notar que ambas comunidades se mostraron remisas para expresar sus impresiones por escrito; mucho más las colegjalas. De palabra manifestaron que les complacía el esquema de Adoración, aunque con algu– nas excepciones de extrañeza. Entre los dos esquemas empleados parece que tuvo más aceptación el primero, seguramente porque resultaba más fácil y de menor esfuerzo personal, ya que en el segundo prevalecían el silencio y la oración personal. El dato es significat:vo, tratándose de comunidades religio– sas. Este segundo esquema se experimentó también en el seminario de teolo– gía, con orientación eucarístico-sacerdotal, y con buena aceptación. En nin– gún caso duró la Adoración más de media hora. Es claro que el monitor jueg.-l un papel importante en esta clase de culto. Están a disposición de los religio– sos los esquemas. completos de estás experiencias. En una de las comunida– des religiosas, antes citadas, se sigue realizando la Adoración dominical con esta orientación, habiendo desplazado sus ejercicios piadosos a otro tiempo. Bibliografía: J. M. R. TILLARD, Comrnentaire de l'Instruction sur le culte eucharistique, en La Mc;ison-Dieu n. 91 (1967) 5-63. C. BRAGA el V. CO:\fESTABILE Instructio de cultu mysterii eucharistici, cum commen– tario.. ., en Ephemerides Uturgicae 81 (1967) 376-430. Instrucción sobre eI culto del misterio eucarístico, en Phase 1 (1967) 290-361. V. VANDEN– BROUCKE, Culte et dévotion eucharistiques, en Les questions liturgiques et Paroisales 47 (1967) 193-197. R. FALSINI, Forme del culto eucarístico extra missam (nn. 58-67), en P culto eucarístico nel rinovamento Liturgico. Milano 1966. DE CARA A LA PRACTICA PASTORAL Estamos seguros de que las reflexiones anteriores causarán cierta perple– jidad. Y con razón. Hasta ahora, el núcleo de los cultos vespertinos, al menos cuantitativamente, quedaba constituiéo por ejercicios piadosos; cualitativa'– mente, por la bendirión co nel Santísimo. Que era aconsejada también como terminación de las Celebraciones de la Palabra, e incluso, como final de los recitales de música sagrada. ¿Ha cambiado actualmente este estado de cosas? 1.-Nótese que en ningún pasaje, ni conciliar, ni de la Instrucción, se prohíbe explícitamente que en los cultos vespertinos se realicen sucesivamen– te actos de culto piadoso, sagrado o litúrgico.

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