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Bibliografía: J. DEISS, Le;: Palabra de Dios y su celebración. La ora-– ción cristiana de los salmos, e:i Vaticano II. Liturgia hoy ... ed. preparada por J. M. Martín Patino. Mad::id 1965, págs. 263-311. F. EZCURRA, Cul– tos vespertinos. Madrid 1964 ,esquemas preparados por teólogos del semi– nario de Pamplona para diversas ocasiones de] año). REFLEXIONES SOBRE EL CULTO EUCARISTICO Los cultos vespertinos han estado vinculados desde tiempo inmemorial ai culto eucarístico, que comprendía la parte más importante de los mismos. Los documentos eclesiásticos que han puesto de relieve la trabazón entre los mis– mos son abundantes, aunque hoy día no tenemos necesidad de recurrir a do_– cumentos lejanos, sino a la Instrucción Eucharisticum mysterium sobre el culto de la eucaristía, nn. 49-66, que ha recogido de manera orgánica y perfecta cuanto necesita saber en esta materia el pastor de almas. Son muchos los toques de atención que se podrían lanzar en torno al culto hacia el «sacra– mentum permanens". Sin embargo, tendremos que atenernos a lo esencial: la Adoración pública al Santísimo Sa:::ramento, como acto no sólo litúrgico, sino perfectamente configurado hasta en sus detalles, lo que condiciona de manera definitiva la actitud pastoral. l. Clases de exposición para la Adoración. La Instrucción orilla la división en privada y pública y mayor o menor. Habla una vez de solemne o solemnísima, y adimte la división entre breve o prolongada, de cara a colocar el copém o la custodia sobre el altar o sobre el expositor, ibid. n. 62, o a la consagrac~ón de la hostia en la misa, que sirve de iniciación a la adoración, n. ,60. En la praxis ordinaria de nuestras iglesias, tanto el copón como la custodia se nlocan sobre el altar, sin necesidad de expositor. En días en que se nos prescribe una adoración prolongada, se con– sagra la hostia en una misa y se continúa la adoración en el expositor. Esta misma norma debe regir en institutos que tienen adoración diaria. El exposi– tor debe estar colocado en lugar eminente, pero se ha de evitar que esté <lemasiado alto y distante. Esta disposición puede crear problemas en nuestros presbiterios renovados, problemas que si son complicados se resolverán sen– cillamente empleando siempre el altar, ya que aún para la exposición pro– _longada no se manda, sino que se fa.culta el uso del expositor. Esta praxis exige que se catequice a los fieles sobre el sentido de la Adoración, que pro– vien_e del altar y lleva al mismo, nunca debe adquirir mayor pompa que la del sacrificio de la misa y debe conseguir en todo momento un tono de proxi– midad e intimidad. 2. Práctica de la Adoración La Instrucción no se ha contentado ccn poner de relieve el sentido teo– lógico y religjoso de la Adoración, si..7.o que ha descendido a su estructura– ción, de manera que resulte un acto _?erfecto en sí mismo, sin necesidad dA otros aditamentos, dando por supuesto que se trata de un tiempo dedicado a la oración, se propone un esquema orientador con los siguientes elementos o tiempos: a) los fieles deben dedicarse a Cristo, el Señor. El es el único centro de atracción, el personaje y el término de la Adoración

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