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mente en cada ambiente con suma prudencia para no sucumbir a la fácil tentación de la demolición, sin una previa creación de formas más adaptadas de la vida religiosa. l. Sistematización de los ejercicios piadosos. Adentrarse en el estudio de los ~jercicios piadosos es penetrar en la jungla; así han crecido abundates y espesos. Tratemos de englobarlos, al menos, de forma genérica : a) Rosario y devociones cotidianas a la Virgen y a los santos. b) Ejercicios de preparación a las fiestas del Señor, de la Virgen y de los santos : novenas, triduos, etc. c) Períodos de tiempo dedicados al Señor o a los santos: meses de marzo, mayo, junio, octubre, noviembre, etc. d) Devociones a la pasión del Señor : sobre todo, el viacrucis. e) Ejercicios de devoción al Sar:tísimo: las visitas colectivas. 2. Reflexiones sobre cada1 grupc. a) De todos son conocidas las diversas apreciaciones en torno al rezo del rosario. Hay quienes ven en esta devoción la plegaria perfecta, y quienes no la soportan fácilmente. Parece que está en menguante, no obstante todas las declaraciones de la jerarquía eclesiástica para mantenerla en un puesto de distinción. Desde diversos ambientes se sugiere su revisión. Haremos algunas reflexiones : Creemos que al rosario le ha dañado un exceso de celo en la pastoral no litúrgjca. Ha quedado convertido en pieza insustituible de toda función piadosa; se lo ha emparejado con toda clase de actos, comó novenas, via– crucis, etc. que podían haber tenido una existencia diferenciada. Con lo cual ha sido recitado de prisa y mal, provocando el hastío de muchos fieles Créemos que será necesario estudiar con valentía este problema. Los cultos vespertinos que hemos conocido en las iglesias romanas y de otras ciudades no llevaban la recitación del rosario. Convertido en acto religioso bien diferenciado, y no de relleno, parece que se impone una sana revisión de~ mismo, en el sentido de dar más im– portancia a la contemplación del misterio, incluso apoyándose en lecturas bíblicas y en la meditación de las :nismas, para recitar a continuación el Pater y Ave, las letanías, que pueden ser enriquecidas dentro, de una dimen– sión bíblica, y la oración colecta. Otros opinan que es necesario cercenar tantos apéndices que le nacen a tan apreciable devoción en forma de padre– nuestros por vivos y difuntos. Las inYocaciones cotidianas a los santos parece que deben quedar relegadas a la deYoción personal. Bibliografía: M. L. CHAUVIN, OP., Le Rosaire reconduit a l'évangile, en La Vie Spirituelle n. 542 (1967) 335-340. A. M. ROGUET, Litanie bibli– que de Marie, en Ibid. rt. 553 ,1968) 208-217. El rosario por S. S. Juan XXIII. Villava-Pamplona 1963. b) En la dimensión de los ejercicios de preparación para las fiestas del Señor o de los santos se nota cómo la devoción personal ha evolucionado al

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