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El derribo de los barrios de Pamplona durante la Guerra de la Convención El derribo de los barrios de extramuros El 17 de marzo de 1795 informaba el ayuntamiento de Pamplona al virrey Príncipe de Castelfranco que el Comandante de ingenieros había mandado al barrio de san Juan de la Cadena comenzar el derribo del mismo y suplicaba la suspensión de dicha orden. El virrey respondía al día siguiente 18 de marzo, recordando la orden regia de 20 de octubre de 1794 al conde de Colomera para proceder a la demolición de todo edificio situado dentro de las 1.500 varas de distancia de las murallas. El virrey suspendía por ocho días del derribo, pero esperaba una respuesta meditada del ayuntamiento sobre la forma de llevarlo a cabo. 4 El ayuntamiento sugirió respetar todos los edificios que eran compatibles con la defensa de la ciudad y que eh concreto eran los edificios municipales y de utilidad pública, como Prados, lavaderos y molinos. Ofrecía también al virrey ayudas extraordinarias e incluso sugería levan– tar en tomo a los barrios un atrincheramiento, "entumeciendo al mismo tiempo las aguas del río". Traía a la memoria ciudades de Flandes, Alemania y Francia, en concreto de Perpignan, en las que en tiempo de guerra no se había recurrido al derribo. El ayuntamiento acudió también al Rey y al duque de Alcudia. 5 Estuvo también interesado en saber qué cargo llevaba el peso del asunto, si el Consejo de Estado o el ministerio de la Guerra. De hecho se sabe que fue la Secretaría de Guerra. No convencieron estas soluciones y el virrey ordenó comenzar la demoli– ción, tanto más que el ejército francés ocupaba los valles de la montaña y se acercaba , como una fuerte marea, a las playas de Extramuros y al acantilado de las murallas. Se nombraría una comisión paritaria de un ingeniero del virrey y de un concejal del ayuntamiento para ejecutar con orden la demolición y otra más numerosa para tasar con equidad cuanto se derribase, solar y materiales aprove– chables, mirando a la retribución de los propietarios. También se debían encargar de contener las demostraciones públicas, que las mujeres de los barrios había iniciado contra el derribo. El virrey pasaba porque fueran los edificios públicos los últimos en sufrir la piqueta destructora. La orden irrevocable y s_in más dilaciones de derribo de los barrios extra– murales fue ejecutada por el virrey el 11 de mayo de 1795. Primera acción: El "desmocho" de los árboles A la demolición de los barrios precedió una acción de estrategia, que hoy día sería considerada como una fuerte herida al ecologismo: se trató de la tala o "trasmocho" de toda la arboleda de los barrios, respetando el tronco pelado de los árboles y arbustos, que sobrevivirían huérfanos de todo su ramaje. Éste sería aprovechado, bajo el alto criterio del ayuntamiento, para los usos domésticos, sobre todo de sus instituciones. Se llevó a cabo y el término norte de la ciudad debió adquirir una visión siniestra. La ofrecemos para que la plasme algún pintor surrealista, como una procesión de troncos a lo largo del río, como un baile de personas sin brazos, o como un carnaval sin disfraces y adornos. El 31 de octu– bre de 1794 el ayuntamiento suplicaba al virrey conde de Colomera que no se ejecutase la orden sobre el "desmocho" de los árboles. El 1 de noviembre, a vuelta de correo, respondía el virrey reiterando la orden para desmochar los árbo– les más cercanos a las murallas , en especial desde el Portal Nuevo al de la Ro- 273

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