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-7- recuerdo por institución, es decir, por voluntad de quien tenía potestad para hacerlo y de hecho lo hiz(}.. Es· recuerdo no de una persona legendaria, sino de una persona histórica, de carne y hueso, que nació, vivió y murió por los hombres. Se trata de un memorial o recuerdo vivo y operante; las palabras y gestos esenciales con. que los ministros efectúan la Memoria no son de ellos; sino del mismó Señor, que quiere obedecerlas y hacerse presente. Cristo glorioso, que vive en la· eternidad, entra en nuestro tiempo, un tiempo breve, pero verdadero, que comienza, transcurre y se acaba.. Esta presencia es po– sible sólo en foi'ma de · ácci6n sagrada porque los otros signos humanos de recuerdo, un monumento, una fuente, una llama, no pueden sustentar una presencia. , 2. La misa es sacrificio. Esta es la nota esencial y constitutiva de la misa Cristo glorioso se hace presente en estado de víctima, renovando la acción sacrifica! que históricamente realizó una vez durante su vida, sobre todo en el Calvario. Esta instrucción, que tropieza fácilmente con grandes dificultades dirigida a inteligencias poco o nada disciplinadas, debe conver– tirse en. primer principio y , en primera certeza de toda la catequesis sobre la misa. 8.: La misa es convite conmemorativo y sacrifical, en el que efectiva• mente se recuerda al Señor, se le encuentra y se come la vícti~a del sacri– ficio; resultando así la· comuníón una comida de amistad con Dios, cuyo fruto es la percepción· de los frutos de la redención. Comer el Cuerpo de Cri.sto se convierte, es cierto, en la prueba suprema de la fe, prueba que para el limpio de corazón queda resuelta en la plena posesión de la verdad. REFLEXIONES SOBRE ESTA CATEQUESIS Posiblemente se hacén necesarias algunas reflexiones sobre la metodo– logía de esta catequesis, que se refiere a la misa en su contenido teológico: a) No comenzamos nuestra catequesis por la misa como mist~io, aun– que lo sea y en grado eminente. Siendo normal y natural interpretar "mis– terio'' como enigma intelectual, hay peligro de terminar por no explicar nada, cayendo en un vago fideismo. Sin necesidad de minimizar la realidad mis– térica; se puede no enfocarla directamente; lo contrario nos llevaría a su– tilísimas disquisiciónes teológicas. Si es caso, al final de la catequesis, se poHrá presentar fa misa como misterio, mas en su aspecto positivo, en cuanto significa plenitud, realidad que nos nutre y . nos acerca a Dio~. , b) Tam,poco comenzamos la catequesis por la noci6n de sacrificio, in– ,dagando fa esencia del mismo y enumerando sus cualidades, mientras bara– jamos expresiones tan serias como alianza; nueva ley, inmolación, satisfac– ción vicaria, etc. Sabemos perfectamente que Pío XII en la Mediator Dei y en el discurso del 20 de septiembre a los congresistas de Asis-Roma, expone estrictamente la doctrina tridentina sobre el sacrificio, más no creemos acer– tado metodol6gicamf )n.te .comenzar por ella. c) No es infrecuente, en la teoría y en la práctica, dar prioridad a la catequesis de, la misa-comunión, insistiendo en el aspecto personal de la misma : alimento, fuerza; medicina para la lucha ascética, etc. Sin negar que todas estas ideas sean IUás inmediatamente perceptibles que la de sacrificio,

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