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-14- tal como los ha propuesto la sagrada Congregación de ritos en el documento aludido. III. LA COMUNION SACRAMENTAL Vemos que la misa como "actio fidelium" está integrada por la co-obla– ción, por la acción externa de los fieles en los ritos y por la comunión sacra– mental; ésta no es imprescindible como la co-oblación, y de hecho falta muchas veces, ya que la gran mayoría de los fieles oye misa y no comulga; mucho menos es necesaria la comunión de los fieles nara constituir el sacri– ficio, ya que para esto basta que comulgue el sace~dote; más también es ficio, ya que para esto basta que comulgue el sacerdote; mas también es cierto que sólo el que comulga sacramentalmente llega a participar por entero en el sacrificio que ha ofrecido. Esto es lo que se pretende declarar en esta catequesis : La comunión no es primariamente un acto personal de unión con Jesucristo, sino la con– sumación del sacrificio de la misa; no es algo que sigue al sacrificio, sino algo que forma parte de él. Se completan, aunque sin limitarse; siempre será verdad que la comunión no puede quedar encerrada en una fórmula teológica: "Consumación del sacrificio"; si por un imposible pudiera ser abstraída del mismo, todavía quedaría como la más divina de las acciones humanas; más de hecho, no se da la comunión sino en relación al sacrificio de Cristo, concretamente en relación con la misa en la que se ha participado; lo que yo he ofrecido en la co-oblación, se hace mío en la comunión. Para explicar este nexo entre sacrificio y comunión, puede arrojar mu– cha luz la comida de la víctima que seguía a algunos sacrificios de la anti– gua ley; más la explicación total se halla ei1 la voluntad positiva de Jesu– cristo, que así ha querido significar que Dios acepta nuestro sacrificio y mediante la comunión nos comunica principalmente los frutos de la reden- ción, conseguidos con el de Jesucristo. · Si Jesucristo lo ha querido así, nuestra catequesis respetará este nexo v lo pondrá de manifiesto; echando mano de una mala acomodación escri– turística, aquí podríamos también decir : "Quod Deus coniunxit, horno non separet". Por otra parte, es la misma Iglesia quien ha recogido maravillosamente esta idea en la oración de la misa Supplices te rogamus, en su segunda parte, en la que cada palabra está puesta de relieve con toda premeditación por medio de signos llenos de sentido : " ...ut quotquot (besa el altar) ex hac altaris participatione sacrosanctum Corpus et sanguinem ( cruces sobre las sagradas especies) sumpserimus omni benedictione ( cruz sobre sí mismo) et gratia repleamur". Al explicar más arriba la estructura ritual de la comunión, hemos avan– zado otras varias ideas que colocan la comunión en una luz nueva, al esta– blecer los debidos enlaces entre el fiel cristiano y el Cuerpo místico en su realidad eclesiástica. Sólo cuando se haya catequizado a los fieles en estas ideas fundamen– tales, se podrá insistir en otros aspectos mucho más personalistas de las relaciones entre Cristo y las almas, que tienen lugar en la Comunión.

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