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-13- '' e) ·eb cierto mbdo, ofrecen también- con él porque esta acción de ofrecer y, en general, la participación entran dentro del culto litúrgico. Rito de la co-oblación.-Como lo hemos insinuado más arriba, no es ~l . llamado ofertorio, tan mal interpretado vulgarmente, sino el momento y la oración que siguen inmediatamente a la consagración, en el cual Cristo, hecho pres.ente gracias al misterio de la transubstanciación, es recordado con toda s,u obra redentQra y ofrecidd _como hostía pura, santa y agradable... Y lo mismo ·al final del canon, cuando a la doxología el pueblo responde Am~n., '• . · ... , Moda de hacer la co-oblación.-La co-oblación es, ante todo, una dispo– sfoión int~:i;ior y se realiza en silencio; la Iglesia condesciende con todos los posibles modos humanos, más urge que se haga; tiene una oración ritual, la "Unde et memores"; tiene otras oraciones maravillOsas y, además, indul– gY,:r;)ciadas, que constan en el libro Preces et pia opera, generalmente desco– cidas por los sacerdotes. .· 2. SON OFRECIDOS (IPSI SUNT VICTIMA).-He aquí un elemento poco valorizado ·en -la catequesis, no obstante la doctrina expresa del magis– terio, qtie afirma que este elemento es necesario para que la oblación ... tenga su pleno efecto (MD n. 120). Quizá a algunos ha asustado la densidad d'e doctrina contenida en este pasaje de la encíclica y que alude a la puri– ficación· del alriía y a la reproduccilm en ella de la imagen de Cristo. 01re- cersé y ser· víctima quiere decir: · · á) en un· grado elemental, estar dispuesto a renunciar a todo pecado grave, ábrazándose positivamente y con gusto a los preceptos de la ley de Dios. b) · · en grado más elevado, en la entrega a la vida ascética cristiana. · ,e)·. finalm~nte, en la entrega del propio cuerpo y de toda la vida con sus .'preocupaciones, dolores, angustias, miserias y necesidades (MD n. 127). II. LA ACCION EXTERNA La c~-oblación es tina acción que los fieles realizan de una manera per– sonal, individual e interna; más en manera alguna puede quedar reducido a' ella su papel en la misa; no podrá faltar nunca para que la misa sea efi– ciente, será el elemento primero y principal de la participación ·litúrgica, más· con •sólo de elemento no queda agotada la acción de los fieles ni ter– miriadó su cometido. La Iglesia les ha señalado un papel importante en el de~arrollo ritual de la misá, bien sea en lo que se refiere a la actitud externá del cuerpo, a ciertos gestos rituales y, sobre todo, a la intervenci6n en res– puestas, oraciones_ y cánticos. ' ' No· es éste· él rribmento de repetir cuanto hemos escrito recientemente (veasé Coirümtctr'io a la instrucción sobre la música sagrada y sobre 'la sa– grada liturgia, en esta misma revista, (BOL; OF. 13 (1958) 129-148, sobre todo cuanto escribimos en las págs. 186-140) sobre esta participación externa de los fieles; Sea· individual, sea comunitafiamente, más nuestra catequesis no podrá· dejar de acentuar la necesidad de la acción externa de los fieles en la ·ri:tisa, explicando seguidamente los diversos modos de participación,

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