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5. Relaciones de Alejandro VI con los Reyes hispánicos Parece que la primera impresión manifestada con motivo de la elec– ción perduró durante todo el Pontificado. Parece también que nunca llegó a establecerse entre el Papa y los Reyes una relación personal sincera y profunda, sino que privó otra sin intimidad e interesada. Se descubre de modo demasiado habitual el pragmatismo del do ut des, como base de las relaciones entre el jefe de la cristiandad con los soberanos más poderosos de la península, en creciente de poderío y de soberanía. Basta analizar los primeros actos de su pontificado en una vertiente importante, la provisión de obispados. Alejandro VI poseía en la penínsu– la el arzobispado de Valencia, los obispados de Cartagena y de Mallorca, la abadía de Valldigna y numerosos beneficios mayores de gran precio. Elegido Papa, pretendió tener mano libre para disponer de ellos, pero le fallaron los cálculos. Sólo tras ardua negociación, le permitieron los Reyes que proveyese Valencia y Valldigna en su hijo César Borja, ya obispo de Pamplona; pero le exigieron revocar las provisiones de Cartagena y de Mallorca, concedidas en pleno conclave a los cardenales Orsini y Savelli, y concederlas a Bemardino de Carvajal y a Guillermo R. de Moneada. El nuevo Papa tuvo que indemnizar a cada uno de los dichos cardenales con 3.000 ducados. Los Reyes no sólo recobraron dos iglesias, sino que toda– vía le sacaron al Papa la administración de los maestrazgos de Santiago, Calatrava y Alcántara. Alejandro VI les concedió cualquier cosa con tal de ver a César al frente de la recién erigida metrópoli de Valencia. Más adelante nos ocuparemos del tema de la provisión del arzobis– pado de Toledo, ya que urge tratar un tema más general e institucional. 6. Las embajadas diplomáticas permanentes Hacía lustros que los Reyes tramitaban en Roma numerosos nego– cios de importancia, y a su vez, también la curia romana los gestionaba en -36-

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