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a) La propensión sensual de Borja, no dominada a base de una seria ascética eclesiástica y del ejercicio profundo de las virtudes cristianas. b) La tolerancia sexual del Renacimiento, época que se ha podido tachar como ~<era de los bastardos», tanto en la sociedad civil, como en la eclesiástica. Una lista, sólo por encima, de los hijos naturales de los reyes hispánicos del siglo XV, así como de célebres obispos serviría para el planteamiento profundo del problema. Este afecta de lleno a la historia de las mentalidades. c) Cierto que se debe recurrir a los cánones, a los tratados ascéticos y a los predicadores para establecer la doctrina, las denuncias y las acusa– ciones, aunque la raíz de la cuestión reside en descubrir la motivación soterrada de tal permisividad sexual. Quizá habría que preguntarse hasta dónde había calado la obligatoriedad de la continencia cristiana en los lai– cos del Renacimiento 39 • En referencia al estamento clerical, parece que se podía investigar más a fondo el tema de la asimilación del instituto del celibato eclesiásti– co. Había sido impuesto hacía siglos por la ley eclesiástica, pero había sido quebrantado a menudo en todos los niveles del clero. Faltaba casi un siglo para que el Concilio de Trento dictase sus cánones y exigiese la apli– cación drástica de los mismos. e) El cardenal Borja ha sido más zaherido que otros cardenales y jerarquías renacentistas, porque llegó al ápice del pontificado y porque durante el mismo se desvivió, desbocado, por su prole 40 • 39. Sobre la teoría corriente según la cual la simple fornicación no era pecado, dimos datos en Reforma del episcopado y del clero en España en tiempo de los Reyes Católicos y de Carlos V (1474-1558), en Historia de la Iglesia en España..., III (Madrid, 1980), 172-174. 40. Femando el Católico metió a varias hijas naturales en clausura, sublimó a su bastardo a la sede de Zaragoza, pero no perdió la cabeza por el mismo. Los arzobispos de la casa de Aragón en los siglos XV-XVI no fueron continentes. -35-