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administración, corno vicecanciller de la misma, una experiencia religio– sa y política incontestable sobre Europa y temple de acero para arrastrar todas las rnaledicencias 32 • Está comprobado el inicial rechazo romano, comenzando por el sím– bolo de su escudo, el Toro. Enseguida apareció reflejado en Pasquino y sus pascuinadas. La leyenda de aquel día podría figurar en una antología de la literatura panfletaria. Figuraba «Bovern stantern, alaturn, vexillurn crucis sinistro ges– tantern pede, ternplurn super comua portantern, sub cauda cali– cern curn hostia habentern. In parte dextera nurnrnos aureos, a sinistris vitis rarnurn» 33 • Sanchis Sivera achaca a Gonzalo Femández de Córdoba haber reco– gido en sus Batallas y Quiquagenas los dichos difamatorios contra los Borja, tanto en Roma, corno en Nápoles. Dice que no quiso leerlos y que se alegraba de que permaneciesen inéditos 3 4. 3. Diversa reacción en la Península Ibérica Hubo ambientes que vibraron con un entusiasmo desbordante. Alejandro VI comunicó a los Reyes su elección raptissimis et subitaneis litteris, manu propria, recién terminado el conclave. Volvió a escribir con más sosiego el 24 de agosto a los Reyes y a los principales jerarcas ecle– siásticos. Más tarde, se lo comunicó a algunos nobles, corno a Rodrigo de 32. Además del citado L. Pastor, no se olvide que estamos aludiendo a uno de los momentos más profundos de los humanos en la Iglesia, la mundanización renacentista. 33. Citado por G. SORANZO, Il tempo, p. 27. 34. J. SANCHIS SIVERA, «Algunos documentos y cartas privadas que pertenecieron al segundo duque de Gandía. Notas para la historia de Alejandro VI», en Anales del Insr. General y Técnico de Valencia, 4 (1919), 5-150, estudio que conserva todavía gran validez. -32-

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