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recomendaba para ser el jefe de la cristiandad. Le hicieron Papa Ascanio Sforza y el partido del mismo; las mercedes incontables pasaron por manos de éste. Dichas mercedes fueron hechas no por el neoelecto, sino por el eligendo, lo que debía considerarse simonía in dubia. El Profesor Soranzo respondió defendiendo que no hubo simonía, ya que el reparto de beneficios y oficios fue realizado sin subterfugio, a plena luz y de cosas que tenía que dejar, una vez elegido Papa 31 • Parece que desde la documentación está todo dicho, en pro y en con– tra. Aunque basta consultar a los decretalistas del tiempo para comprobar los quiebros que hacían para decidir cuestiones de simonía. Borja y su equipo conocían muy bien la doctrina, corno para cometer una notoria tor– peza jurídico-canónica. El hecho de que se hubiera nombrado posterior– mente una comisión de cardenales, a fin de prevenir toda simonía en el conclave, pudo ser una medida precautoria, pero en ningún caso hizo tam– balear el conclave de 1492. 2. Rechazo inicial Cierta oposición inicial partió no a causa de la opinión de simonía, sino de la personalidad del electo. Resultó intolerable en algunos ambien– tes romanos y peninsulares que ciñese la triple tiara un cardenal no italia– no, proveniente de la nación aragonesa, mal vista en la curia desde el pon– tificado de Calixto 111. Irritó también que fuese encumbrado un cardenal poderoso, dotado de cualidades humanas temibles y con un pasado moral deslucido con visibles manchas. Esto hizo estremecer a muchos espíritus empeñados en la reforma de la Iglesia. Poseía en su haber 35 años de 31. G. B. PICOTTI, Nuovi studi e documenti intorno a Papa Alexandro VI, en Rev. Storia Chiesa Italia, 5 (1951), 169-262. G. SORANZO, Il tempo di Alexandro XI papa (Milano, 1960). Bibliografía fundamental para uno de los aspectos más escabrosos del Papa Borja. -31-

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