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Testamentos de los novicios de la Provincia de Aragón (1598-1607) 521 Cumplidas estas mandas y disposiciones, deja de gracia especial de todos los bienes no señalados heredero universal de todos ellos a su padre Juan de Añón para hacer de ellos según su voluntad. Nombró executores de su testamento y exoneradores de su ánima y conciencia a su padre Juan de Añón. a Martín de Palees, su tío, a mosén Pedro de Palees, su tío, y por muerte de ellos al vicario general del obispo de Tarazana y al rector del colegio de la Compañía de Jesús y al vicario de la parroquia de santa María de Huerta de la ciudad de Tarazana. Declara que este es su último testamento, codicilo o última voluntad. Fueron testigos de este testamento Francisco Terreu y Andrés Palau, escribientes. Yo fray Juan Francisco, nouicio capuchino y ante (sic) en el siglo Juan Francisco de Añón, otorgo lo sobredicho. Siguen las firmas de los dos testigos 23 • - Hemos resumido un testamento que se sale de lo ordinario. Se trataba de un Añón de Tarazana y el novicio del convento de san Juan Bautista de Zaragoza poseía abundantes bienes, muebles y sitios o inmuebles. Sin duda estuvo bien asesorado por sus familiares antes de otorgarlo. No repetiremos todos los legados y mandas dejados con motivo de su profesión. Tan sólo haremos una breve mención, notando que se trata del primer novicio de Tarazana, convertido en fuerte soporte del convento, desde el momento de tomar el hábito capuchino. Respecto de su segundo apellido, le asignamos el de Palees, ya que aunque no aparece explíci– tamente, puede conjeturarse que se trata del mismo, ya que en una ocasión hace una leve mención de su madre, vinculada con los Palees. En efecto, dejó una manda "para ayuda de colloca<;ión para vía de dote para entrar monjas y en religión dos parientas más cercanas por parte de mi madre de los Palees, por legítima sucesión y más necesitadas, conforme su calidad". Entregó al convento de capuchinos sus libros e imágenes, suponemos que cuadros religiosos. A la muerte de su padre, disponía que se formase un capital de 16.000 sueldos dineros jaqueses, de los que se entregarían como limosna al convento de capuchinos 8.000 sueldos "para ayuda de comprar huerta o libros, sin poder emplearlos en otra cosa". Esta manda suponía que el fundador del convento no había dotado a dicha fundación de ninguno de los dos elementos tan capitales: la biblioteca y la huerta. 23 Texto orüünal de este importante testamento en ANZ notario Mateo de Villanueva le!!. 2807

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