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Testamentos de los novicios de la Provincia de Aragón (1598-1607) 509 Dejaba a Gracia Ortiz y Pabla Lafoz, su madre y hermana, y a los demás parientes por legítima cinco sueldos jaqueses y sendas arrobas en las tierras de Alcañiz, sin que pudiesen pretender otra cosa. Al morir su padre, había quedado por único heredero universal de toda su herencia, con obligación de cumplir todo lo dispuesto en el testamento y codicilo; por eso, quería que a Juan Sanante, vecino de Alcañiz, no se le pidiese cuenta de la administración de la hacienda de su padre hasta el año 1598 inclusive. A la muerte de su mujer Isabel de Torres y por su testamento le pertenecía el usufructo de unas casas sitas en el Arrabal de Alcañiz; ahora eran propiedad de los frailes franciscanos, y renunciaba a dicho usufructo. Dejaba de gracia especial a Juan Miguel de Espinosa, su sobrino, 300 escudos de oro, que sus herederos le entregarían cuando cumpliese veinte años. Si muriese o entrase en religión, no estén obligados a darle nada. Dejaba a su madre Gracia Ortiz todos los bienes muebles de cualquier especie, situados en su casa de Alcañiz, excepto un arquimesa, pintada y dorada, que deja de gracia especial a Martín de Lopiñén su cuñado, en señal del amor que le había tenido. Dejaba todos los otros bienes muebles y sitios a su hermana Ana Pabla de Lafoz, haciéndola heredera universal de su herencia. Le encarga que se acuerde de Ana Eufrasia, hija de ella. Nombraba ejecutores y exoneradores de su conciencia a Gracia Ortiz, su madre, al Dr. Cristóbal Colón, prior de la colegiata de Alcañiz y a Juan Ram de Montoro, señor de Montoro, habitante en Alcañiz. Quería que valiese por testamento, codicilo o por última voluntad. Firma: Yo fray Gregario de Alcañiz, antes llamado Gaudioso Lafoz, otorgo lo sobre dicho 12 . - El novicio redactó su último testamento autógrafo y lo selló. El día 3 de diciembre de 1599 se presentó ante Martín Español y los testigos, a fin de certificarlo. Fueron testigos Jerónimo Español y Nicolás Gregario de Iborra. Yo fray Gregario de Alcañiz, antes llamado Gaudioso Lafoz, otorgo lo sobre dicho. Siguen las firmas de los dos testigos. El 9 de diciembre de 1599 el notario abrió y leyó el testamento ante Martín de Lopiñén, quien requirió al notario para que lo testificase.

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